Te propongo que leas esto como si no existiese polarización, como si acabases de llegar, como si no existiesen los fachas nazis ni los rojos de mierda.
Va a ser difícil, porque antes de abrir la boca, alguien va a leer tus microgestos y ya sabrá de qué pie cojeas, dándote cátedra hasta que te rindas.
Había una vez un cerebro, dividido en dos. Una parte se ocupa de lo práctico y la otra de lo abstracto.
Vale, este va a ser un juego peligroso, pero ya estoy acostumbrado.
Dos pies necesitamos para caminar, un izquierdo y un derecho.
Dentro de nosotros se establece un equilibrio casi imposible. Un lado imagina, el otro realiza.
Como en la metáfora del árbol.
La raíz conserva, las ramas sueñan.
Sin sueño no hay realidad. Sin imaginación no hay crecimiento.
La evolución, ya sea la personal como la de la propia humanidad, se rige por un principio parecido.
Extraemos energía del entorno y la acumulamos. Sencillo.
Imagino un plan y lo llevo a cabo.
La raíz conserva. Nos permite acogernos a la tierra, nutriéndonos y manteniéndonos conectados al pasado.
La energía entonces se transforma y nos ayuda a crecer. El tronco es el nexo entre los dos hemisferios. Si la raíz es profunda y vigorosa, el alimento es constante y adecuado, entonces creamos el tronco necesario que alentará ese futuro intangible de ramas, flores y frutos.
Los dos elementos principales, raiz-conservador y ramas en progreso, forman un todo inseparable.
Raíz-conservador-hemisferio izquierdo.
Ramas-progreso-hemisferio derecho.
Ninguno lleva más razón. Ambos se necesitan para un crecimiento sano, fuerte, feliz.
Si los hemisferios luchan, el resultado es pura esquizofrenia.
Todos los días me hago preguntas.
Me pregunto si acaso hemos caído en algún hechizo que hace que luchemos contra nuestra naturaleza, que es su estado más completo necesita fluir, equilibrar de forma orgánica cada situación que la vida nos presenta.
No hay un pie que sea más importante que otro. Nuestros pies no se pelean, no se aniquilan.
Si un pie anula al otro, el resultado es una buena cojera.
Me pregunto cómo podemos pensar, siquiera por un instante, que solo somo uno de los lados.
Yo conservo. Tengo una casa, recuerdo el pasado, cuido mi cuerpo, mantengo mis defensas, gano mi dinero, monto mi negocio.
Yo progreso. Soy social, practico algún tipo de arte, me importa el medio ambiente, sueño con un futuro mejor (esto es fácil).
Y no tengo que elegir.
Yo conservo. Yo progreso.
Si estás en uno de los dos bandos y ganas, pierdes.
Entre el blanco y el negro hay infinidad de matices. No hay que elegir.
Pero bueno, como siempre, esta en tan sólo una forma de verlo.
Quizás ya decidiste en las dos primeras líneas.
A lo mejor ya sabes que soy blanco o negro.
Yo, de momento, me sigo preguntando.
Va a ser difícil, porque antes de abrir la boca, alguien va a leer tus microgestos y ya sabrá de qué pie cojeas, dándote cátedra hasta que te rindas.
Había una vez un cerebro, dividido en dos. Una parte se ocupa de lo práctico y la otra de lo abstracto.
Vale, este va a ser un juego peligroso, pero ya estoy acostumbrado.
Dos pies necesitamos para caminar, un izquierdo y un derecho.
Dentro de nosotros se establece un equilibrio casi imposible. Un lado imagina, el otro realiza.
Como en la metáfora del árbol.
La raíz conserva, las ramas sueñan.
Sin sueño no hay realidad. Sin imaginación no hay crecimiento.
La evolución, ya sea la personal como la de la propia humanidad, se rige por un principio parecido.
Extraemos energía del entorno y la acumulamos. Sencillo.
Imagino un plan y lo llevo a cabo.
La raíz conserva. Nos permite acogernos a la tierra, nutriéndonos y manteniéndonos conectados al pasado.
La energía entonces se transforma y nos ayuda a crecer. El tronco es el nexo entre los dos hemisferios. Si la raíz es profunda y vigorosa, el alimento es constante y adecuado, entonces creamos el tronco necesario que alentará ese futuro intangible de ramas, flores y frutos.
Los dos elementos principales, raiz-conservador y ramas en progreso, forman un todo inseparable.
Raíz-conservador-hemisferio izquierdo.
Ramas-progreso-hemisferio derecho.
Ninguno lleva más razón. Ambos se necesitan para un crecimiento sano, fuerte, feliz.
Si los hemisferios luchan, el resultado es pura esquizofrenia.
Todos los días me hago preguntas.
Me pregunto si acaso hemos caído en algún hechizo que hace que luchemos contra nuestra naturaleza, que es su estado más completo necesita fluir, equilibrar de forma orgánica cada situación que la vida nos presenta.
No hay un pie que sea más importante que otro. Nuestros pies no se pelean, no se aniquilan.
Si un pie anula al otro, el resultado es una buena cojera.
Me pregunto cómo podemos pensar, siquiera por un instante, que solo somo uno de los lados.
Yo conservo. Tengo una casa, recuerdo el pasado, cuido mi cuerpo, mantengo mis defensas, gano mi dinero, monto mi negocio.
Yo progreso. Soy social, practico algún tipo de arte, me importa el medio ambiente, sueño con un futuro mejor (esto es fácil).
Y no tengo que elegir.
Yo conservo. Yo progreso.
Si estás en uno de los dos bandos y ganas, pierdes.
Entre el blanco y el negro hay infinidad de matices. No hay que elegir.
Pero bueno, como siempre, esta en tan sólo una forma de verlo.
Quizás ya decidiste en las dos primeras líneas.
A lo mejor ya sabes que soy blanco o negro.
Yo, de momento, me sigo preguntando.
