-que no visitó a la madre/padre/hermano cuando estaba enfermo en el hospital
-que no estuvo en el entierro de fulanito
-que le puso los cuernos a su pareja
-que le va el sexo contrario y no lo dice
-que se lió con alguien nada más morirse el marido/esposa
-que se va de putas
-que entró a trabajar en un sitio por enchufe
-que no se habla con el padre o madre
-que le quitó el novio o novia a otro/a
-que está con alguien por dinero
-que ha dejado el novio o novia
En fin, la lista sería interminable. Se supone que un periodista es una persona más culta, sin embargo, toda esta gentuza actúa como catetos de pueblo, metiéndose en la vida personal de otros y atreviéndose a condenar lo que otros hacen. No son especialmente religiosos, pero su comportamientos es semejante al de los curas más conservadores que tuvimos durante la dictadura: una obsesión con la maldad y la culpa.
Supongo que estos desgraciaos, en sus anteriores encarnaciones, pertenecían al tribunal de la santa inquisición, y en la reencarnación presente tienen que contentarse con sentarse delante de una cámara, alzar sus voces de maricas malas y cuarentonas amargás, y humillar a todos los pecadores sacando sus trapos sucios, ya que no los pueden quemar en la hoguera.
¿Qué hacen los famosillos? Pues sacar provecho económico de esa dificultad del pueblo español de dejar atrás las costumbres inquisitorias. "Yo me ofrezco para que me insulten y de paso cobro por ello". El que a la gente le guste ver esto demuestra que este país es así: puritano, moralista, obsesionado con el buen comportamiento. Te ponen de periodistas a tíos que son locas desatadas para que parezca que hacen algo moderno y divertido, pero desde luego no lo es.