Luego, para hilo, los infundios que circulan, las gracietas sin gracia o algunas que uno cree que lo son y molestan; pero sobre todo el veneno reaccionario disfrazado de agravio concienzudo ciudadano que dará curso, a saber....
Eso convenientemente cursado por desatentos al pensamiento durante toda su vida o a incorporados a los cincuentaymuchos a la modernidad de consumo.
Lo mejor, no dirigir la palabra ni a Dios y como el padre argentino (en otras cosas no; pero en eso son los capos): insultar a modo, se acierta mucho y se es justo.