Jujuujujuju
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Es una cuestión cultural, a mí personalmente no me molesta ni el humor más negro (no es un juego de palabras) siempre que el contexto sea usar el humor para paliar las penas, no para menospreciar o denigrar (tampoco es un juego de palabras) a nadie.
Aquí es difícil pensar en una imagen que sea tan ofensiva, quizá algo sobre la pedofilia o sobre víctimas del terrorismo. Hay que pensar que en EEUU había gente que crucificaba o ahorcaba negros hace 50 años.
Aquí es difícil pensar en una imagen que sea tan ofensiva, quizá algo sobre la pedofilia o sobre víctimas del terrorismo. Hay que pensar que en EEUU había gente que crucificaba o ahorcaba negros hace 50 años.
No se me olvidará la escena, pena de cámara (aunque no estará ahora para contarlo): veníamos de Almería por Murcia. Mi mujer estaba con ganas de tomar algo y mear y me hizo parar en un bar de camioneros a la altura de Chinchilla.
El Pueblo (o al menos ese lugar) olía a mierda. El local era lúgubre, sin necesidad y estaba atestado, la gente con mal gesto, eran malencarados los clientes y los camareros. Yo tomé una horchata de depósito (que luego me dio cagalera). Los discordantes éramos cuatro o cinco familias salchicheras esclarecidas, algunos con pantalones de esos de media caña (a esos les estuvo bien empleado). Un mocoso de edad indeterminada, joven (pero no se cuánto) iba pasando entre los recién llegados dando empujones, para que se liase (los padres y madres miraban asustados) . La barra...revenida, la barra y lo expuesto.
Había, que es a lo que voy, una maquinita de esas que con un euro salía una especie de ganchito con el que había que pescar unas bolas de platico; en las bolas no había muñequitos; había braguitas mínimas, tanquitas a cual más horrendo y puteril.
Una niña le enseñaba a su madre salchichera la bola que se había cobrado tras intentos. Salimos corriendo.
Cuando llegamos a un área de servicios en la Roda gritamos a coro: viva la globalizazción.
El Pueblo (o al menos ese lugar) olía a mierda. El local era lúgubre, sin necesidad y estaba atestado, la gente con mal gesto, eran malencarados los clientes y los camareros. Yo tomé una horchata de depósito (que luego me dio cagalera). Los discordantes éramos cuatro o cinco familias salchicheras esclarecidas, algunos con pantalones de esos de media caña (a esos les estuvo bien empleado). Un mocoso de edad indeterminada, joven (pero no se cuánto) iba pasando entre los recién llegados dando empujones, para que se liase (los padres y madres miraban asustados) . La barra...revenida, la barra y lo expuesto.
Había, que es a lo que voy, una maquinita de esas que con un euro salía una especie de ganchito con el que había que pescar unas bolas de platico; en las bolas no había muñequitos; había braguitas mínimas, tanquitas a cual más horrendo y puteril.
Una niña le enseñaba a su madre salchichera la bola que se había cobrado tras intentos. Salimos corriendo.
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