Ni todo fue tan feliz, ni todo fue tan desastroso. Digamos que se daban unas dinámicas borrosas que nos llevaban de un sitio a otro sin que mediasen las lógicas separaciones entre eventos. Los días podrían ser interminables o quedar reducidos a dos horas útiles, dependiendo de una disposición arbitraria de acontecimientos sobre los que no teníamos ningún tipo de control. Aunque...¿Quién necesitaba control?
Radio 3 no se cansaba de escupir maquetas, recién grabadas por grupos de toda España que apenas sabían tocar o cantar.
Nosotros no nos cansábamos de buscar cada día nuevas canciones que daban sentido a toda aquella locura.
Y sobrevolando todo este delicioso caos, las noticias de músicos, artistas, dibujantes, diseñadores, actores y gentes de toda aquella farándula, que se quedaban en el camino. Los principales sospechosos eran el sida y las drogas, sobre todo la heroína, cocaína y diferentes mezclas de anfetas con alcohol...
Hoy recordé a aquella chica, la Reina de la Noche.
Ella era hija única, una chica bien con unos padres de clase alta, lo más alejado de todo nuestro submundo.
Ella siempre se añadía a nuestra jauría, no faltaba a ningún aquelarre.
Era guapetona, entrada en carnes pero muy sensual. Su mirada echaba chispas, y cuando te miraba, te miraba hasta el fondo.
Siempre estaba dispuesta, y su voz se distinguía entre la multitud como una vela en la oscuridad.
Era verdad que nadie medía el peligro. Dábamos por sentado que aquello no tendría costo, que lo único que debíamos temer era a la resaca del día siguiente. Y créeme que algunas resacas eran de proporciones inhumanas.
Pero es lo que pasa cuando tienes veinte años, que en esas circunstancias no quieres medir.
Ella tampoco.
La encontraron en los aseos, sentada, lívida y bella.
En su caso fue la coca. Un verdadero pasote de coca.
Casos como el suyo fue dejándonos un retrato duro y realista de lo que verdaderamente nos traíamos entre manos.
No éramos chiquillos jugando en el paraíso, sino adultos portándonos de la forma más temeraria posible.
La muerte, una vez más, susurró en nuestros oídos que todo pasa factura, todo. Y que nada hay gratis en este universo.
El equilibrio se impone de forma cruda y silenciosa.
Todo lo que sube, baja.
La Reina de la Noche nos dejó su frío consejo, su silencioso mensaje.
Y para ella este recuerdo.