Viviste toda aquella locura, intentaste tantas nuevas aventuras, probaste cada nuevo sabor con la urgencia del desahuciado, conociste aquellos entrañables personajes que te mostraron los infinitos tonos que componen el gran cuadro de la vida...
Así que, aquel día lo encontré sin haberlo buscado.
Trataré de describirlo para que te hagas tú también una idea.
Él era completamente compacto.
Con esta descripción ya lo digo todo, pero aún así te contaré algunas cosas más que te resultarán conocidas.
Es inteligente, con la base que se adquiere en los buenos colegios, o en su defecto, a base de vivir con cierta intensidad, conociendo y luchando a brazo partido con cada persona que se cruza en su camino.
Tiene la virtud de la contundencia. Nadie se escapa a su escrutinio, calando a la persona con la que interactúa en cinco segundos. O menos.
En cinco segundos ya sabe si es idiota o simplemente tonto, ya sabe cómo hay que tratarlo, con contundencia.
Su discurso no tiene fisuras, al contrario que el de los demás.
No importa lo que le digas, lo que le expliques, lo que le comunicas. Él te cala, te califica, te pone una etiqueta (sólo tiene dos), y de ahí en adelante ya no tienes escapatoria. Te persigue, te denuncia, te echa la culpa, te aplasta, te dispara sus balas de plata sin compasión. Y no tiene bastante con eso, se acerca despacio, pero con determinación, y te remata.
Desde luego que no es un vago. Siempre tiene algo entre manos y le va bastante bien. Su actitud atrae a cierto tipo de gente, encantada de no tenerlo como enemigo. Es resuelto, altivo, un experto en lo suyo.
Y va tan sobrado que no le importa exponerse; cuando no está de acuerdo contigo, un par de insultos y ya no necesita más. Nadie le contradice, nadie le planta cara. Le gusta asustar porque piensa que todos somos como niños, sumisos y manejables.
Es como un superhéroe moderno, de los de ahora, tipo The Boys, de esos que no necesitan guardar las formas. Ya sabes, un poco amoral, un poco fanfarrón, un poco facha (facha progre, claro), que también los hay...
En fin, un superhéroe compacto, sin fisuras, sin dudas, sin escrúpulos. Un superhéroe sobrado.
Si te lo encuentras, bueno, no sé, te diría que te hicieras a un lado. Quizás fuese lo más inteligente. De hecho, a mi no me compensaría dedicarle mucho tiempo si yo mismo me lo encontrase de frente.
Quizás un poco, para que sepa que no me da miedo sino curiosidad.
Quizás es buen momento para enfrentar todo aquello que nos inquieta, que nos repatea. Y poniendo la guinda, a lo mejor podemos hacerlo sin faltar al respeto, sin insultar, sin llamar a nadie bobo, idiota...
Hice el ejercicio de entenderlo, de imaginar qué pasó cuando era pequeño, quién le dañó, quien le dijo que era buena estrategia ser el elefante en la cacharrería. Me cuesta. Me rindo.
Pero basta ya, que la vida sigue, y no tengo tiempo para nada que no sea seguir aprendiendo.
Y en esta escuela de la vida, cada cual ya tiene lo suyo.
Así es la vida de este superhéroe moderno.
Cuadrado.
Compacto.
Lleno hasta los bordes de sí mismo.