Ahora, sin embrago, he de declararme zafio otra vez, y de proclamar una y otra vez (para desconcierto de coros angélicos, simplones y sebosos pelotas) me guerra sin fin al bienquedismo, y, de paso a la derecha española.
Me escandalizan más que lo inoportuno de esos mensajes en twitter y lo inconveniente para un partido, varias cuestiones.
Es verdad que a mí, paladín de la incorrección, nunca me han hecho gracia los chistes sobre Irene Villa, no les he encontrado la gracia (y mira que ha habido chistes burros, de negros, por ejemplo, casi siempre contados por estadounidaenses negros, que los cuentan a menudo, los más burros y graciosos), tampoco encuentro la mínima gracia, la mínima invitación a la sorisa siquiera, a los chistes sobre el holocausto judío.
Pero me toca los cojones que quienes menos méritos han hecho (y que no vengan a sacar pecho democrático, que salvo constitucionalismo que les favorece, son, eso, conservadores, acomodaticios), que esa colección de periodistillas paniaguados de la derecha (sí, hombre, en Telemadrid hay unos pocos; no sólo la izquierda, o la izquierdilla los tiene) y de oradores de púlpito aprovechen sin descanso y manifestando a las claras su mal perder y su verdadera catadura sacando a la luz algo que pertenece al ámbito privado.
Me queda claro que, después de haber escrito en sitios como este lo que he escrito y siendo tan heterodoxo y putero, jamás seré político (jamás haría nada por nadie, eso de servir al pueblo está hecho para heroínas como carmena o Aguirre).
Por si alguno de los que me lee no se ha dado cuenta, soy clasista a carta cabal, no soy ni seré de izquierda, este concejal probablemente era chusma para mí, y hubiera sido un pésimo concejal de cultura.
Por lo visto, sólo se pueden pasar los de la derecha rancia.
Pero hoy estoy con este Guillermo Zapata antes que con quien los critican, chusma también, rastrera, populachera con cuatro duros y peor.