Y la respuesta es un rotundo NO.
No soy ahora más feliz, de ninguna manera, y por lo tanto, intentaré mantenerme entre la escasez y la suficiencia.
Porque el infinito es bastante difícil de manejar.
Tener una casa es necesario. Dos, una interesante posibilidad. Tres, un lujo. Cien, un verdadero despropósito.
Y es en estas en las que estamos, avasallados por el infinito.
Me gusta conseguir las cosas con esfuerzo. Ello me enriquece, hace que se conecten mis neuronas, que lo que hago realmente me importe porque pongo mi atención en cada nota que plasmo. Y donde pongo mi atención, pongo mi existencia, mi presente, mi realidad.
Así que, ahora tenemos un enorme desafío, el desafío de encararte con la abrumadora posibilidad de pedir a tu inteligencia artificial favorita que te haga cincuenta temas en menos de diez minutos, abarcando todo tipo de posibilidades infinitas. Y todo ello sin que nos cueste ningún esfuerzo. Ni tiempo. Ni energía.
Suena bonito. En dos años, cada persona de este mundo podrá ser responsable de poner en circulación millones de temas cada día...
Pero no tendremos vida suficiente como para disfrutar de verdad, con cierta profundidad, ninguno de ellos.
A ver, no es que alguien te obligue, pero la presión de los acontecimientos te llevará por delante.
Sin duda, puedes interpretar mis palabras como un signo temprano de demencia senil, no te lo reprocho. El futuro llega y yo no me entero. El futuro llega y no lo acepto. El futuro llega, y si no nos andamos con cuidado, el futuro nos engulle...
¿Miedo? ni pizca. Quizás algunas dudas razonables.
Por mi parte, aún aprovechando todas la posibilidades que hasta ahora nos está ofreciendo la tecnología, de vez en cuando me impongo ciertas restricciones para azuzar la inventiva, que mi habilidad para plasmar ideas musicales se siga fortaleciendo con retos nuevos.
No puedo dejar de proyectar algunas posibilidades a futuro: Gracias a la IA, en poco tiempo ya no tendremos que hacer nosotros mismos música, películas, publicidad, aprender idiomas, escribir libros, cómics, ilustraciones, crear programas de soft, doblar películas a otros idiomas, aplicar la ley, proyectar edificios...
Suena genial, ¿verdad?
Pido y se me da.
De forma prácticamente instantánea, eficaz y con un alto grado de profesionalidad.
Un runrún me recorre por la cabeza...
Quizás máquinas cada vez más inteligentes, y personas más dependientes.
Quizás inundaciones de información imposible de digerir.
Quizás un nuevo mundo cuasi milagroso que apenas podemos intuir.
O puede que alguien use esta increíble IA emergente para seguir el rastro de la corrupción, los intereses oscuros, la creación de condiciones para montar guerras, la manipulación política....y ponerle fin (¡qué ingenuo!, jajaja).
Hoy estuve usando una IA para crear música. Aún es pronto para sacar conclusiones, pero después de hacer diez temas me empecé a aburrir como una ostra.
Seguro que esto va a mejorar mucho, muchísimo, y será entonces cuando sabremos algo más de lo que nos espera.
De momento, seguiré sumergiéndome en los entresijos de mi pequeño estudio casero para poner en marcha el proceso milagroso de hacer que mis neuronas busquen, en la infinitud de la ¿mente? la melodía que necesito...
Habló el gran Capitán Kokorikó, genio e idiota a partes iguales.