Por supuesto que ya estoy muy curtido en este tipo de presentaciones, y busco con el cursor el lugar exacto en donde comienza a manejar el artefacto.
Posa un dedo sobre una tecla, y como por arte de magia, ante mí se despliega un sonido increíblemente rico y profundo, que de forma suave, pero inquieta, evoluciona sin descanso, acompañado de cambios de textura pasados por un filtro móvil que me deja anonadado.
El chico moderno americano sigue ahí, con los ojos cerrados y una ligera sonrisa, disfrutando del momento. Ya sabe que con ese sonido tiene la mitad de un tema hecho. Sólo falta añadir otro dedo en una segunda tecla, que ahora pulsa, y que da paso a un poderoso arpegio que hace las veces de un bajo. Así que, entre los dos dedos presionados, obtenemos prácticamente un tema que no necesita nada más. Dejas caer esto en un local de baile (no sé si aún existen discotecas) y la gente puede bailar durante horas sin sentir que el DJ deba cambiar a otra cosa.
Pero espera, que aún no hemos terminado. Presiona una tercera tecla, y entonces sí que se lía parda, ya que aparecen unas percusiones, con su bombo arrollador, su caja poderosa marcando en dos y cuatro, junto a otros golpes con cajitas, estas más juguetonas. También suenan maracas, charles, algunos bip bip y otros sonidos cortos y muy específicos que encajan mejor que las piedras con que se construyeron las pirámides.
¡Buá!, te quedas loco.
Pero no, aún no hemos terminado. Nos falta la guinda.
Con tres dedos más, aparecen coros africanos sincopados, percusiones sinfónicas brutales, muy comprimidas y una melodía muy, muy pegadiza que no te da opción; o bailas o alguien te dispara en la cabeza.
Yo lo tengo claro, me pondría a bailar como un cabrón.
Definitivamente, quien hace estos cacharros sabe lo que hace.
El chico moderno americano (aunque es negro, no quiero decirlo por lo que alguien pudiese imaginar de mí, así soy yo de tímido) despega sus dedos del teclado y mira directamente a cámara. No puede contener el entusiasmo. Por fin existen los aparatos, los medios necesarios para que cualquiera tenga acceso a la creación de música, y además esta sea de máxima calidad, potencia y originalidad, terminando así con la discriminación que desde siempre han sufrido aquellos que no estuvieron especialmente dotados para la creación musical.
Pero incluso esto ya ha quedado anticuado. Justo en estos momentos, acabo de ver como le pides a una IA una canción, describiéndosela, y el resultado es indistinguible de lo creado por un humano (incluso si este es músico).
Así que, en un mundo en donde todos son músicos, nadie es músico.... ¿se entiende?
Aunque parezca que hablo desde la queja, nada más lejos de la realidad. Yo disfruto muchisísimo de trabajar con el ordenador, que en su momento fue una revolución poderosa. Y no me pareció mal.
Estoy seguro que de aquí en adelante, aunque la IA pueda hacer música por mí, yo seguiré quemándome las pestañas programando pianos en el piano roll.
Que paséis buen día.