La música como guía

Capitán kokorikó
#1 por Capitán kokorikó el 10/03/2024
Busqué un título más cursi, pero no lo encontré.
A cambio, os cuento una estúpida visión sobre la vida misma.
Mi vida entendida desde el punto de vista de todo lo demás, como los instrumentos de una orquesta, con sus secciones, sus bajos, primeros violines, coros, percusiones...
De entrada, mi familia, mis amigos más cercanos, y luego los conocidos en muchos grados.
Y entre la gente que me rodea, puedo casi oírlos como si fuesen notas de un instrumento, el instrumento que cada uno es.
Un familiar puede ser un trombón. Otro, un hermano, un violonchelo, porqué no...
No quiero caer en el recurso fácil, y citar a ese amigo gordito y simpático, en fin, no voy a caer...¡pero puede ser un buen bajo...!
Pero tengo una gran orquesta a mi cargo, cada día a cada momento. Soy en director de una orquesta.
En esa orquesta, yo hago y deshago. Decido un montón de cosas para que la música que mane de esa orquesta tan especial, sea la mejor música de la que soy capaz. Cada día y a cada momento.
Así, una charla de amigos en un bar puede convertirse, a oídos de alguien entrenado, en una larga y amena velada con esa música que se forma entre todos, cuando estamos tan agustito en cualquier lado, con una cerveza o un vermú...
La cadencia de la voz de cada uno de nosotros, allí, alrededor de una mesa, iluminación baja, se forma espontáneamente, cada uno en un registro tonal. Ya distingo al bajo, con ese bozarrón que tira de espaldas. O el otro, que tiene la voz aflautada, que con su risa espontánea lo inunda todo.
En ese ambiente desaparece el director. Más bien se funde con la orquesta, insuflando vida a todo lo que toca. Cada frase, cada gesto, promesas, acuerdos, intercambios de experiencias. Pero como si fuese música.
Incluso una discusión. Tenemos ventaja. Cuando oímos a nuestro alrededor que las voces se alzan, podemos imaginar finales musicales antes de que sucedan. Es como vivir la vida misma en un pentagrama tridimensional. Todo lo que ocurre a tu alrededor es música. Tú haces música. Los demás hacen música. Y cuando nos juntamos, emergen pequeñas orquestillas que cuentan su realidad como si fuesen música.
Así que, yo, como instrumento que soy, debo estar afinado también, faltaría más. Por que si no estoy afinado, los demás están ahí como diciendo....psché....
La vida como una orquesta. No sé si se puede sacar algo de ahí que valga la pena, pero nunca se sabe...

El Capitán Kokorikó no quiere dar más la murga. Así que, hasta otra, ¡leñe!.
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