Música: Libertad o Seguridad

Capitán kokorikó
#1 por Capitán kokorikó el 22/05/2024
¿Qué ocurre si aplicamos esa gran cuestión a lo musical?
En lo político-social ya se ha hablado mucho, y creo que podríamos resumirlo en que necesitamos un tanto de cada.
El problema, ya sabido, es en dónde ponemos los límites. Un exceso de seguridad puede que nos deje tan encorsetados que no encontremos la forma de fluir, la naturalidad que necesitamos para expresarnos y movernos. La imagen que me viene a la cabeza cuando llevamos la seguridad al absurdo, es la de una persona encerrada en un habitáculo de hierro, en donde nada puede entrar, y nada puede salir. Eso es máxima seguridad, máximo aburrimiento, mínimo fluir.
En el otro lado, un exceso de libertad puede que nos deje flotando en un mar de posibilidades que excedan lo que podríamos manejar. Y puede que algunos confundiesen esa libertad total para hacer y deshacer sin mirar a quién. Quizás se impondría el yo hago lo que quiero porque soy libre. Faltarían las reglas que nos mantienen unidos en el proyecto de vivir en sociedad en un planeta que cada día es más pequeño.
Así que los peligros serían implosionar o explotar, expandirnos o contraernos.
En lo que a mí respecta, creo que me gusta el efecto balanceo. Tiendo al centro, aunque creo que es necesario hacer movimientos a ambos lados para mantener ese equilibrio.
En lo político, parece que también tendemos a dividir las ideologías principales en dos, las famosas izquierdas y derechas. Quizás es algo inevitable, algo que viene dado con el hecho de ser humano. El problema es que su razón de ser pasa por estar peleando por un reinado en el que el otro siempre es excluido. Me gustaría verlos cooperando, extraer lo mejor de cada lado, como hace el cerebro humano; dividido, pero colaborando.
En música, me viene la idea de que la seguridad sería como componer músicas ya mil veces oídas. Ese pop de toda la vida, jazz clásico, sin muchos sustos, rock que da energía, pero no mucha, clásica, pero también de esa que no sube la tensión.
Así tenemos esa seguridad, en la promesa de que no nos va a alterar demasiado, es amable, no compromete, te deja dormir, no te exige.
Resumiendo; es necesaria para algunos momentos, pero a la larga resulta muy aburrida. Porque la excesiva seguridad es aburrida.
La libertad, en música, sería ese hacer lo que te salga sin pensar en que va a gustar, que va a vender. Te la pela. Mezclas todo con todo y celebras el resultado, te olvidas de las reglas y de los demás, vuelas y vuelas, y no piensas en repostar.
Así tenemos esa libertad, en la promesa de que no hace falta volver a casa, que no tienes que contar con nadie más que contigo mismo, que no hace falta prever el futuro. Y no tienes que forjar estructuras, siempre improvisando. Porque la excesiva libertad te deja sin un lugar cálido donde te sientas acogido, no tienes nido y echas de menos encontrarte en una estructura mínima con la que compartir tus más íntimos anhelos.
Por eso me gustan mucho los grupos que cumplen dos requisitos: construyen una estructura para armonizar con otros músicos, tanto los de su grupo como los comparten experiencias, y a la vez, y usando esa base como plataforma de seguridad, se lanzan a la locura de la improvisación.
Lo mejor de los dos mundos: raíz y ramas, dormir y despertar, hacer y descansar.
Tal vez morir y renacer.
Seguro que tú lo ves de otro modo, y puede que también tengas tu parte de razón.
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