Lo mismo me ocurre en Youtube. No sé qué pasa, pero ahora, es estos tiempos, volvemos a aquellos tiempos. ¡Qué paradoja!
Los youtubers hacer virguerías para comunicar sus puntos de vista, sus noticias, sus opiniones.
Los argentinos dicen violines a los violadores.
Los americanos no pueden decir "negros" en ningún medio de comunicación. Para referirse a ellos dicen "la palabra que empieza con ene".
La ley, además, tipifica una cosa muy rara y sospechosa llamada "delito de odio". Eso ya me deja k.o., porque claramente es un insulto a la inteligencia de cualquier persona con un poquito de dignidad. Nadie sabe lo que es eso, porque es tan jodidamente interpretable que siempre vas a tener miedo de decir algo que pueda ser interpretado. Se ve que los jueces no tienen ningún reparo en jugar a este sucio y barato juego.
Nadie está a salvo.
Pero es peor que todo eso, porque depende también de quien lo diga, de qué lado del espectro esté.
Hay un lado que se ofende por cualquier cosita. El ejemplo más sangrante es el del famoso piquito. Nunca antes en toda mi vida soñé con ser testigo de semejante degradación del sentido común. Fue como tirar una bomba atómica por un problema de caspa. Y luego hay gente que se extraña porque otra gente se desvincule de la progresía. Por ese piquito se movilizó mucha más energía que por las pedradas que solía haber en los mítines de un famoso partido político español. No tiene sentido. Si una cosa es fea, la otra era casi criminal, y nadie se rasgó la vestidura. ¡Qué caraduras!
Me pregunto por qué está tan de moda sentirse ofendido. Debe ser, digo yo, por cómo esa misma progresía los premia.
Tal y cómo está el patio, no puedo estar más contento por no tener que compartir ideología con gente tan blandurria.
Aún recuerdo una de esas tertulias amañadas en las que varios progres se daban hostias por ver quién tenía más derecho de ofensa.
Lo ganó una chica (supongo que eso es lo que era), que quería el premio por ser gorda, lesbiana y negra.
Estoy seguro que alguno de vosotros ya está pensando en que debería ser señalado, denunciado y juzgado por un delito de odio.
Bueno, cálmate, amigo. No odio a nadie, estoy sorprendido de cómo una sarta de boludeces, ofertadas desde un ministerio con mi dinero, es creído por un número relativamente grande de gente que le parece bien.
Nadie está a salvo. Hoy te parece genial, porque puedes señalar a la maldita ultraderecha, pero mañana tú mismo puedes ser señalado, y no te va a gustar.
A menudo se da esta circunstancia. Ese tipo tan guay, actor, que nos da la turra desde un micrófono alabando las virtudes de la ocupación....¡es ocupado!. ¿Y cómo reacciona? Como cualquier persona con sentido común; le viene un subidón, llama a sus amiguetes y los echa a patadas.
Si quieres saber realmente de qué parte estás, te propongo un pequeño ejercicio; llegas a tu casa (pongamos que tu segunda casa) y la encuentras ocupada. Has venido con la furgo llena y con las viandas para pasar una semana de fábula con tus cuatro amigos. Lo vais a petar. Van a ser las vacaciones de tu vida. Pero te encuentras con cuatro tipos. No voy a decir su nacionalidad , por si acaso ese chico que vigila se excita.
Ellos te miran y tú, de golpe te das cuenta de lo que viene después. Policía, denuncia, espera a que salga el juicio. Total: dos años.
Dos años sin casa, sin tu casa.
Y mira, cuéntame un cuento, pero no me digas que vas a charlar con ellos, les vas a pedir que te cuenten su dura situación, les vas a sacar unas cervecitas y te vas a despedir de ellos con un abrazo de compañero.
Si vas a hacer el ejercicio, hazlo bien. Intenta sentir realmente que todo eso es verdad.
Y así, de pronto, vas a visualizar un montón de situaciones que deberían ser de otra forma. Por supuesto, teniendo en cuenta que son seres humanos, que merecen un respeto, que tienen dignidad, y que a lo mejor necesitan ayuda. Pero no así, te dirán con mucho aplomo, no así, a mi costa. Que el estado les busque casa, que controlen la entrada descontrolada, que todo se haga con cierto orden y control...
Tu cabeza dará muchas vueltas, y quizás, sólo quizás, cuando vuelvas a tu casa, después de dejar a cada uno de tus amigos en las suyas, y te sientes en tu sofá, con tu aire acondicionada, tu cerveza...., quizás entonces te hagas algunas preguntas más.
No, hoy no hablaré de política, tan sólo divagaré con tonterías. Aunque estas podrán ser interpretadas según el grado de ofensa que alguien random que pueda estar leyendo esto.
Por cierto, ya sabes que algunos dicen que todo es política. Si eso fuera cierto, entonces no se podría hablar de nada.
Vi que ya se cerró un hilo sobre feminismo. ¿Eso era hablar de política?
¿Cuáles son los límites? ¿Nombrar a Yolanda es hablar de política?
Una vez más, ponemos normas ambiguas y así siempre vamos a tener al personal atado. Atado a la incertidumbre, a la ambigüedad, a la interpretación.
Bueno, voy a preparar una cosita que tengo sobre el ministerio de igualdad, a ver si tengo suerte y esto entra dentro de lo opinable.
¡Buen verano a todos!