Parece una buena idea aprovechar la energía de un comienzo para ordenar el disco duro.
El comienzo de un año nuevo, incluso así, despojado de cualquier significado que no sea el obvio.
Algunos tenemos una carpeta llena de proyectos inacabados, ideas que nacieron con fuerza pero que perdieron fuelle al querer plasmarlos. En nuestra cabeza sonaba espectacular. Y los dejamos en suspenso, pensando que, seguramente, después de un tiempo y con orejas descansadas volverían a adquirir el brillo del primer momento.
Y a eso nos fuimos acostumbrando, porque este episodio se fue repitiendo una y otra vez. Y una y otra vez los fuimos dejando para luego.
Si no nos andamos con cuidado, podemos entrar en una fase que recuerde al síndrome de Diógenes.
Imagínate que mueres. Alguien revisa tus cosas y llega a esa carpeta...
Buen momento también para revisar tus herramientas, sintes y plugines.
A mi me ocurría muy a menudo antes, en los albores de Internet. Visitaba páginas y páginas buscando vsts gratuitos. Fue una época a la vez fascinante y frustrante, en la que casi me vuelvo loco. Descargaba cada semana aquellos sintes que tanto me fascinaban, los escaneando en mi daw y me pasaba, literalmente, horas y horas usándolos, aunque al cabo de unos días los terminaba desinstalando. Algunos eran muy malos, otros eran una copia de otros. Otros eran demos.
Y así se me llenaba el ordenador de basurillas que amenazaban con petarlo todo.
Me pasaba más tiempo probando esos cacharrillos que haciendo música.
Más de una vez tuve que lidiar con empezar todo de cero, reinstalando el sistema operativo literalmente.
Así que, buen momento para localizar esos plugines que nunca uso, decidir si merece la pena tener siete delays diferentes, cuatro masterizadores y dieciséis sintes...
Y, ya que estamos, hacer un balance sobre qué quiero hacer de aquí en adelante, qué puertas abrir o cerrar, cómo voy a encajar la IA en mi flujo de trabajo...
Opino que un cierto orden es necesario para poder volverme loco cuando las musas invadan mi zona de confort.
Feliz año nuevo a todos.
El comienzo de un año nuevo, incluso así, despojado de cualquier significado que no sea el obvio.
Algunos tenemos una carpeta llena de proyectos inacabados, ideas que nacieron con fuerza pero que perdieron fuelle al querer plasmarlos. En nuestra cabeza sonaba espectacular. Y los dejamos en suspenso, pensando que, seguramente, después de un tiempo y con orejas descansadas volverían a adquirir el brillo del primer momento.
Y a eso nos fuimos acostumbrando, porque este episodio se fue repitiendo una y otra vez. Y una y otra vez los fuimos dejando para luego.
Si no nos andamos con cuidado, podemos entrar en una fase que recuerde al síndrome de Diógenes.
Imagínate que mueres. Alguien revisa tus cosas y llega a esa carpeta...
Buen momento también para revisar tus herramientas, sintes y plugines.
A mi me ocurría muy a menudo antes, en los albores de Internet. Visitaba páginas y páginas buscando vsts gratuitos. Fue una época a la vez fascinante y frustrante, en la que casi me vuelvo loco. Descargaba cada semana aquellos sintes que tanto me fascinaban, los escaneando en mi daw y me pasaba, literalmente, horas y horas usándolos, aunque al cabo de unos días los terminaba desinstalando. Algunos eran muy malos, otros eran una copia de otros. Otros eran demos.
Y así se me llenaba el ordenador de basurillas que amenazaban con petarlo todo.
Me pasaba más tiempo probando esos cacharrillos que haciendo música.
Más de una vez tuve que lidiar con empezar todo de cero, reinstalando el sistema operativo literalmente.
Así que, buen momento para localizar esos plugines que nunca uso, decidir si merece la pena tener siete delays diferentes, cuatro masterizadores y dieciséis sintes...
Y, ya que estamos, hacer un balance sobre qué quiero hacer de aquí en adelante, qué puertas abrir o cerrar, cómo voy a encajar la IA en mi flujo de trabajo...
Opino que un cierto orden es necesario para poder volverme loco cuando las musas invadan mi zona de confort.
Feliz año nuevo a todos.
