Para ello llevo dos semanas preparando las candidatas, echándoles un vistazo antes de presentárselas a ellos.
Ha sido una casualidad que las dos primeras me han ofrecido un buen motivo para poder escribir lo que ahora estás leyendo.
Una, "Hierve", nos muestra una jornada en un restaurante moderno, en dónde vemos cómo un cocinero de autor, de los que se llevan premios, se desenvuelve entre fogones, críticos, trabajadores, colegas e incluso un inspector de sanidad.
El cocinero, ya cincuentón, se muestra con algunos tics modernos; con ataques de enfados muy seguidos de disculpas, con problemas financieros, egoico, competidor, coqueteando con drogas, posiblemente coca y alcohol, y algún que otro problema familiar. Vamos, todo un retrato.
Recuerda que estamos hablando de un restaurante pijo, y no de una taberna de barrio.
El retrato que muestra es, desde mi punto de vista, bastante patético. Y la metáfora está servida.
Detrás de esa fachada en la que la comida debería ser el centro, vemos una realidad bastante podrida. Los trabajadores no parecen felices. En realidad todo el metraje queda requemado, reseco.
En mitad de la película, la número dos no aguanta más y se va. El colega viene con la crítica a echarle en cara que le ha robado algunas recetas, y que le debe mucho dinero. Además deja entrever esa lucha de egos.
El final no puede ser más patético. El tipo, más que agobiado, muere tras meterse unas rayas.
La otra película se llama "A fuego lento", y se podría decir que es la antítesis de la otra.
En ella vemos a dos cocineros de finales de mil ochocientos; él es un afamado chef, y ella es su ayudante desde hace más de veinte años. Entre ellos existe una complicidad tal que con el tiempo se ha convertido en un amor verdadero, cocinado a fuego lento.
La primera casi media hora es una maravillosa puesta en escena, en la que vemos con qué cuidado y pasión preparan un menú.
El resto de la película transcurre de forma pausada, con pocos artificios, en donde los símbolos aparecen casi sin que te des cuenta, hablándole a tu lado irracional de cómo es posible llegar hasta el corazón del otro a través, en este caso, de la comida. Queda muy clara la importancia de las formas, las convenciones que se crean para conectarnos, y se nos muestra la naturaleza de nuestras relaciones cuando ponemos lo mejor de nosotros mismos en un servicio minucioso y extremadamente atento hacia el otro.
Puede que algunos lo llamen amor.
Las dos películas muestran la cara y cruz de una forma de entender el mundo y la vida.
Por supuesto que estoy siendo cuidadoso, y no estoy diciendo que antes era estupendo y ahora es un horror, pero sí quiero emplear ese trasfondo que se adivina para lanzar una consideración.
Desde hace unos años se nos viene colando un discurso en el que lo antiguo, lo de toda la vida, las costumbres, las miradas, todo, todo ha quedado obsoleto. Todos los hombres eran malos malotes, las mujeres eran víctimas (como ahora, jajaja...), la familia era opresora siempre, y ciertos valores, como la nobleza y el esfuerzo, que antes eran vistos como deseables, ahora son expuestos como algo inapropiado. De ahí que todo deba ser deconstruido. Curiosamente, también la cocina se esfuerza en esa deconstrucción.
Y así, una vez más, logramos una nueva división entre nosotros, la de lo antiguo-malo y lo nuevo-bueno.
Pero claro, ni tanto ni tan calvo. Ni todo era color de rosa, ni ahora es la repanocha.
Una vez más, no es lo uno contra lo otro, sino lo bueno de antes sumado a lo bueno de ahora. Lo mejor de los dos mundos.
Igual que lo mejor de los hombres y las mujeres, lo mejor de los ricos y los pobres, lo mejor de las tendencias políticas, lo mejor de la tradición y del futuro. La guitarra española al lado de la guitarra eléctrica, el clavicordio al lado del sinte, lo mejor de la comida casera con lo mejor de la cocina de autor.... ¿Se entiende el punto?
Os invito a ver ambas películas, las dos son buenas, de las dos se pueden extraer valiosas y sugerentes ideas.
Lo mejor de los dos mundos por un mundo unido contra la tontería...
¿Se entiende?
Buen provecho.