La Guerra de Vietnam fue la guerra de mi infancia y adolescencia temprana.
En España no es que no tuviéramos una propia, que la tuvimos en algunos momentos al mismo tiempo en el Sahara; pero se contaba poco.
Y es que la guerra de Vietnam es la gran guerra de las portadas, del periodismo. Portadas y fotos icónicas ya los hubo en las grandes guerras mundiales, sobre todo en la segunda; pero esto fue la de verdad, lo moderno, Las portadas del Life y esas cosas que yo veía en casa de mis tíos extranjeros; pero que salía para todo el mundo por la tele.
Luego en la del Golfo se inventaron la guerra a tiempo real por Tv, mentira cochina, que luego en la invasión de Iraq se filtró casi todo.
Los jémeres rojos, el Vietcong, Saigón, Ho Chi Min, qué mitología infantil.
Vamos, que con los años, me compro uan estantería Cornukopiä o un galán de noche Usurpaa de Ikea, de esos que hacen libres a la gente, fabricados en el Vietman ya pacificado, y me parece que va a salir ardiendo como bajo el fuego del napalm o las bombas de fósforo.
Una vez me cogió un taxista camboyano en París y fui acojonado todo el trayecto, y era un hombre bien amable.