Ahora esa pareja de señoras muy mayores progres le declaran la guerra al diésel .
Ya era hora, siempre he odiado el diésel, tan poco refinado, propio de motor de barco mercante liberiano, de españoles triunfantes y salchicheros a toda mecha en coches del grupo Vag, haciendo un ruido del y corriendo sin saber cómo ni hacia dónde.
Sus averías son caras y fruto de la cochambre; pero se los vendían hace diez años al gentío como el futuro.
Los coches eléctricos cuestan mucho, no hay dónde recargarlos y se tarda mucho.
Solución, señoras, esto les va a encantar: la ley de humos para quién se los trabaja.
No más inauguraciones, si se va a una, la comitiva en bicicleta.
Trabajo para todos a cien metros del domicilio como máximo.
Un hospital completo cada manzana
Un centro comercial en cada comunidad de vecinos.
Ah, y no nos contentemos con el transporte público, andemos.
Nadie a trabajar: todos andando, ¿que no está el cajero del Banco?, no haber ido a sacarlo, ese compañero está andando en el parque de a lado.
¿Y sacar dinero?, ¿para qué?, eso es del pasado, poluciona. Impagados para todos.
Deporte sano para todos.
No a la alienación.
Viejos andantes sin parar por la ciudad, fuera coches.
Acabemos con este modelo obsoleto y no sostenible.
A produsir y andar.
La arruga es buena: conciencia, humanismo y delgadez.