El Problema de los Tres Cuerpos

Capitán kokorikó
#1 por Capitán kokorikó el 22/08/2024
El cuento largo habla de siete chacras, siete centros principales que tratan con diferentes energías que inundan nuestro cuerpo, que le animan y completan. Muchos centros, demasiados para nuestra cultura, la occidental, que casi nunca entran al trapo de cosas que no se pueden medir ni pesar.
Así que, entonces, nos quedamos con la versión simple, para nuestras mentes simples; los tres cuerpos.
A saber: cuerpo físico, cuerpo emocional y cuerpo mental. Cuerpo, corazón y mente.
Supongo que a nadie le parecerá mal empezar por ahí, por esos tres cuerpos, tan evidentes que no dejan lugar a la duda de si nos estamos metiendo en un berenjenal esotérico. Ni por asomo. Los tres cuerpos mencionados son bien palpables.
Y lo son a tal nivel, que nuestra realidad queda impregnada en su totalidad por este concepto.
Por ejemplo, las marchas de un coche, que aunque tenga incluso seis, el concepto es el mismo: arranque, marcha y máxima velocidad. O lo que es lo mismo; fuerza, emoción y comprensión.
Y en nuestra forma de abordar la música, también seguimos este patrón; base, en la que podemos incluir percusiones y bajo, la parte más primaria, los cimientos sobre los que se sostendrá la emoción.
La emoción, como cuerpo emocional, con los pads, guitarras bases, pianos, conjunto de cuerdas, coros, etc.
Y la parte más volada, la mental, con los solos de guitarra, de sinte, de violín, de voz...
Desde luego que estamos simplificando tanto que puede parecer que todo esto no tiene la profundidad que realmente tiene, pero aún así, esto es mucho más básico que profundizar en los chacras. Si no creemos en los chacras...¡cómo vamos a creer en los milagros!, jajaja....
Repasamos; cimientos, paredes y tejado.
Nuestra música necesita de estos tres elementos para configurar una realidad musical que haga honor a la profundidad que necesitamos como seres humanos.
Una buena base, empezando por una batería, en la que cada elemento es parte de un todo más grande. El bombo, pulso y cadencia, profundidad y contundencia, medida y anclaje para que el edificio musical sea una garantía.
La caja, contrapunto y complemento del bombo, fuerza y rapidez, encajando el ritmo y arañando golpes a varios niveles de volumen para dar redondez al ritmo final.
Los timbales, que en sí mismos ya son un reflejo dentro de otro reflejo, un fractal del ritmo grande, dibujando una realidad de otros tres cuerpos, los timbales agudos (mentales), medios (emocionales) y graves (físicos).
Y los platos, que aquí operan como marcas de apertura y cierre, y también como enfatizadores de ambientes, ayudando a crear y mantener cierta fuerza y tensión al resto de la batería, y por ende, a la propia música de la que es partícipe.
Acompañando a la batería en este primer gran cuerpo, tenemos al bajo. Una energía contundente, que se abre paso en la selva del caos para abrir caminos sonoros. Es muy amigo del bombo, pero de toda la batería en general. Juntos preparan el terreno para que lleguen los elementos emocionales; los acordes.
Teclados y guitarras (obviamos los análogos para no hacernos pesados).
Estos se despliegan por el espectro medio de nuestros temas, creando el espacio idóneo por donde se esparcirán los ambientes anímicos que darán sentido a nuestra música. Aquí se juega casi todo. Aquí se desarrolla el juego emocional con la combinación experta de las diferentes notas.
Una nota ya dice mucho, con su volumen, su tono, su contundencia, su musicalidad. Dos notas ya marcan una diferencia, ya hay juego más allá de lo obvio. El sabor se multiplica, generando texturas cada vez más interesantes. Con tres notas ya tenemos mundos casi ilimitados, mayores y menores, disminuidos y aumentados, con multiplicidad de sabores únicos.
A partir de ahí, el infinito.
Y el mental, los solos, la improvisación, a cargo casi siempre de voceros de lengua ligera que lamen, de forma ágil y llamativa, el espectro que tan generosamente ofrece el segundo cuerpo.
El mental, que viaja a la velocidad de la luz, que la razón no puede seguir, que no necesita palabras para existir, que abre grietas en los límites inexplorados de la conciencia...
Y sigue, y sigue así por siempre jamás. Así de poderosa es la música.
Y así es también nuestra vida, creada con estos tres cuerpos para traer poder y consistencia a nuestra experiencia.
O puede ser que todo esto no sea más que una tontería...
Ahí lo dejo. Aunque hay tanto que descubrir, que lo mismo vuelvo al tema en otra ocasión, desde otro punto de vista.
Hace calor. Hay vida.
Y sigo vivo cada día, vibrando lo mejor que puedo entre este engranaje perfecto.
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