Bendita sea la hora en la que mi madre Amparo me trajo a este mundo. Nadie me obligó, pero desde que distinguí el mágico eco del Bernabéu desde nuestro pisito de Carabanchel supe que el Real Madrid es una bendición convertida en equipo de fútbol. Aquí no hay jugadores. Son once ángeles que nos hacen soñar despiertos. Del Madrid al cielo. Todos los niños que ayer se pegaron a las televisiones se han hecho blancos para los restos. Beckham cojo (como El Cid, ya les avisé ayer), las radios recordándonos que las manos en el Barça son goles a favor y en el Madrid penaltis en contra, con las lágrimas brotando de rabia ante la injusta derrota del ejército de Capello en La Romareda... Ahí apareció el Madrid de siempre, el que ha dado sentido a nuestras vidas, el que hace que trabajar en AS sea un chollo, el que logra que mi padre dejase en su día el tabaco por una promesa para que ganásemos el doblete de 1975, el que permite entender a millones de esposas sufridas que sus maridos están dejándose las horas para empujar a esa Cofradía del Clavo Ardiendo que estallará de gozo el 17-J, domingo de gloria, de resurrección, de la Justicia Futbolística. El Madrid es líder por corazón, por bemoles, por orgullo torero...
¡Forza Raúl! Les juro que anoche soñé que después de lo sucedido con los goles last minute de Higuaín y Roberto Carlos, el guión de este best seller obligaba a un final para la videoteca. Gol heroico de Van Nistelrooy en el minuto 88. Apenas diecisiete segundos después, golazo de Raúl Tamudo en el Camp Nou para desatar la locura y el éxtasis blanco. Pericos y vikingos unidos forever. Te quiero, Guasch. Además, Me voy a nacionalizar holandés. Magic Ruud ya lleva 33 goles, va a ganar la Bota de Oro y su obra merece competir con La Alhambra para que lo designen como la Octava Maravilla del Mundo.
La deuda. Decía ayer el otro Raúl, González, que el Madrid iba a saldar una deuda en La Romareda. Y así ha sido. Los dos dramas de Tenerife, lo del Galacticidio de Montjuïc, lo del 6-1... Todo el madridismo ha sufrido con resignación marcial tanta pena para explotar de gozo cuando el destino (o Dios, "que es blanco", como dice Calderón) optó por rescatar la sonrisa de un pueblo entero...
Cibeles. Con el permiso del admirado Mallorca de mi amigo Manzano (si se gana esta Liga también es con su ayudita), un millón de madridistas tomarán Cibeles el próximo domingo. El viernes comieron Gallardón y el presidente Calderón. El alcalde le prometió que esta vez habrá una pasarela especial para que Raúl se suba a la Diosa. Bien por los dos. Todo es reconciliación en torno a un club histórico y modélico. Los 3.000 fieles que se dejaron el alma junto a La Pilarica son mis héroes. Son la fuerza de un sueño llamado Real Madrid. Te quiero...