No se hasta dónde llega la condición de joven ahora; pero da que pensar.
El juvenalismo, ese concepto que estoy acuñando desde cuando aun sería joven, se entrevera ahora con desesperanza ante el futuro, la izquierda como concepto político, tan puesta en cuestión en ámbiltos pensantes en mi etapa universitaria, florece.
En estos foros no son pocos los jóvenes o casi jóvenes que señalan la rémora electoral que supone el elector octogenario de la España profunda, que cobra pensión, mayoritariamente votante del PP o, del Psoe, lo cual para muchos es algo parecido en términos evolutivos o, al menos, de alternancia política.
Y son muchos, bastantes de los más ilustrados de esta comunidad, los que se reconocen de izquierda.
Es cierto que esta izquierda es mutante desde los años en que yo era joven, que si lo ecológico, que si lo transversal, que si lo cristiano misericorde y solidario, que si el descontento.
Aparecen paradigmas confusos aue se asimilan como el bambismo, o como ser Dj.; pero todo, por confuso y oscuro en el fondo lo incorpora la jzquierda, la izquierda sigue acaparando la rebeldía; mientras, por mucho que quiera la derecha (y no digamos la del PP en España, que no es ni epicúrea y que tiene como imagen a Rajoy) se queda en lo conservador, excepción hecha de ver a Rivera subido a un coche de raid, que para un adorador vegano de la pureza desértica o para un pro-vida del escorpión africano o patagónico debe ser como si vieran a Enrique Ponce.
Los jóvenes necesitan abrazar alguna proclama rebelde, luego suelen echar tripa y adocenarse, darse a la bebida y la tele: causas pobres. Pero de jóvenes hay que protestar, ser rebeldes.
E inglaterra que parece que se va de la CE, la que se va a montar, casi que podemos ahorrarnos el voto de este fin de semana, lo que suceda aquí es irrelevante ya, arrastrados como seremos al abismo comunitario.
A las barricadas, jovenzanos, acabad con los mayores, Europa saldrá ganando y las tesorerías de las S.S también.