Suscribo el vidrio de Neil (Young) y más o menos el resto
Pues yo ahora no iría a la Oveja Negra. Me acuerdo de hace años de colas para entrar, la cerveza digamos que era un poco de batalla y el local podría estar un poco más limpito, recuerdo que las mesas enganchaban.
Para tomar algo como si no hubiera más bares, oye. Por citar algunos el London o el Glaciar en el centro están bien, y también algunos pubs ingleses o irlandeses. En otras ubicaciones por ejemplo el Michael Collins en Sagrada familia o la Filarmónica en el Eixample.
Tomo nota, conozco un palacio en el born que el dueño deja entrar al que le da la gana, es una pasada.
Pero soy poco de garitos, en realidad son espacios bastante impermeables a las ciudades.
JordiPab, mañana estoy en Barcelona, por si te da por bajar a vuestro San Francisco.
Y si alguno de mis queridos usuarios de Barcelona se apunta, estoy desde mañana, que llego por la noche, y como mucho me bajaré a algún lupanar progressive o así (pero como mucho y poco rato...) y me voy el domingo por la noche.
Gracias por la recomendación; no creo que hagamos nada, estará bueno que no se juntan ni a la de tres y se fueran a juntar porque voy a barcelona y en agosto. Ya me gustaría conocerte; pareces un ser inteligente, nos gustan muchas cosas comunes, nos asustan casi las mismas historias y creo que no debemos tener un punto de vista muy alejado.
Ayer quedé con Eduardoc, que vive aquí cerca.
Mucha gente, mucho turista zombie atraído por Gaudí repentinamente,oleadas de gente en todos los sitios.
No ofrecen pan con las raciones y está todo más caro que en cualquier otro sitio.
He re descubierto los vinos catalanes, los productos de alimentación son de gran calidad.
Echo de menos la Barcelona de mi juventud (de Badalona).
Hay mucha arquitectura contemporánea de calidad, mucha más que en Madrid, la ciudad conserva sus aspecto, mejor que antes.
Claro, buscando, buscando sitios con seña de identidad catalana, vas a pagar algo más; pero vas a comer pollos autóctonos o vinos que no conocías, el posible ensimismamiento catalán para mí nunca fue un problema, tengo un merecido cum laude en llegar al interior de catalanes (y catalanas, para mí bastante más interesantes) que siguen mostrando la misma vitalidad y el mismo componente dionisíaco, cayendo rápidamente en mis tentaciones, además me ayuda ser riojano, estamos más arriba en el Ebro y se que La Rioja y Navarra cuentan con un respeto no ya culinario o enológico; que en un sitio en el que la agricultura es altamente productiva, se mira al horizonte de una forma que yo conozco y hasta los de San Cugat conocen, aun sin saberlo.
En suma, que el primer día que comí, en el Born, me acabaron trayendo tres o cuatro copas de cata gentileza de la casa, a otros no se; pero un poco más y acabo cantando unas jotas goliardas.
Que los catalanes y lo catalán han sido motivo de desprecio, a la vez envidia, recelo y rechazo de parte de la España cateta no hacía falta que volviera a Barcelona para comprobarlo; pero me sorprendió que en el inconsciente de la mayoría aun perviva hasta el punto de lo que voy a contar.
Íbamos al parque Güell y yo quise pasar por Lesseps, donde había vivido mi mujer de pequeña y yo había vivido temporadas, pregunté a uno de mi aspecto que por dónde quedaba la biblioteca Jaume Fuster, el aspecto rubricó a un hombre culto, argumental y, encima, fotógrafo. En un par de semáforos nos lanzamos varios mensajes, que, como todo en este viaje, tuvo el corolario del exceso de visitantes (los que no van a ver las intervenciones urbanísticas, admirables por cierto) y le dije, lo malo la gente , el tío, mañocatalán agradecido a su ciudad y sabedor de esa leyenda negra, aun comentó ligeramente contrariado -"¿qué le pasa a la gente? ( ojo, que todo es opinable)"
No hombre, a los barceloneses no les pasa nada ni nada nos molesta de ellos, es a la cantidad de gente, al gentío, al que nos referimos.
Me he reencontrado con Barcelona, y, de paso, algo con Cataluña, algo muy mío.