Aunque con el paso de los meses vamos conociendo datos que nos llevan a pensar que no es tan fiero el león como lo pintan, ayer conocí el caso de una pareja del pueblo que se ha instalado allí. Ella es hija de gallegos emigrantes e incluso creo que nació allí (no estoy seguro). Por lo que me contaba mi novia, esta chica está intentando abrir una peluquería y el gobierno no la deja a menos que demuestre que previamente en España ya ha trabajado en el sector, cosa que no ha hecho -supongo que acaba de terminar los estudios oportunos-, así que se está volviendo loca porque no encuentra el modo de abrir su propio negocio. No sé si esto será algo común en Alemania o si solo es un requisito para que no se les llene el país de inmigrantes chapuzas a reventar los precios del mercado correspondiente. De no ser así estaríamos ante unos requisitos de profesionalización acojonantes que obligan al emprendedor a estar laboralmente preparado para desempeñar su puesto en su propia empresa. Un caso curioso.