Ya sé que todo lo que se haga y diga de alguien que ya no está, es completamente inútil; ya no llegamos a tiempo. Los homenajes se han de dar en vida. Yo, ateo como él, sé perfectamente que no está en ningún lugar, aparte de en nuestra memoria. Pero conforta la sensación de que su nombre y su recuerdo pudieran circular por aquí algún tiempo más.
¿A alguien se le ocurre algo para que lo recordemos? Darle su nombre a un foro.... establecer, con su nombre, un premio virtual en alguna matería de las que él manejaba... Ahí lo dejo.
Firmado: Francisco Mercader; su alumno de setenta y dos años.