Y me vengo preguntando desde hace semanas qué es ser músico, en el sentido de que si esta afición o profesión nos hace merecedores de elevarnos espiritualmente sobre una sociedad más abocada a labores menos creativas.
Pero luego pienso, si es que es tan corta la vida que autoimponernos una etiqueta nos aísla y nos desplaza al rincón del juglar, del trovador quizá, del guiñol de platino sostenido por hábiles manos que multiplican billetes a costa de eso que seguimos llamando música.
Pero hay que comer y hay que pagar facturas, y se claudica. Algunos en el duro trance de la enseñanza obligatoria, hasta que nos despedaza, no tanto por su crueldad elevada sobre decenas de sacos de ignorancia hacia tan noble arte, cuanto por los pastores que conducen al rebaño hacia el matadero de la creatividad y de la libertad.
Pero queda la música!!, bueno, ya no sé, Aute se fue... ¿Alguien ha leído mejores letras en una canción que algunas de las que componía el pintor?
Los que comen las lentejas de la verbena y el bailoteo ahora están tirando de ahorros. Dormir poco, currar mucho, aguantar demasiado a gente que bebe demasiado... pero ahora a luchar por una ayuda para ver si se puede remontar el año próximo.
Las composiciones orquestales, Native te las da casi hechas, caray, con tener pasta o navegar por los mares del sur, ya puedes componer una banda sonora épica, sí, un día nos van a poner de fondo una banda sonora épica de lata mientras esperamos a que nos atiendan telefónicamente en la delegación de Hacienda o pedimos una pizza.
¿Pero hacia dónde vamos? Primero hay que saber de dónde venimos. Lo que sabemos y lo que las máquinas hacen que parezca que sepamos. Qué escuchamos y cómo lo escuchamos. Pero para eso hay que reconocerse como una mota de polvo en el camino de la música. Así se produce el milagro de la humildad y podemos escuchar sin interferencias del ego, del narcisismo, de la frustración, de la sensación de fracaso o envidia, del sentirse maltratado en vida.
En esa escucha atenta, libres de interferencias, no solo escucharemos lo de los demás, entonces empezaremos a escucharnos a nosotros mismos.
Solo en la escucha atenta del otro oímos nuestra propia voz.
Sé que estoy musicalmente amargado pero no puedo dejar de sentir repulsión cuando giro el dial por emisoras excesivamente comerciales, todo es lo mismo, las mismas letras idiotizadas e idiotizantes, las mismas melodías, armonías, las mismas cadencias, arreglos, y cuando más artificial mejor, no sea que se note que el cantante no tiene voz.
Y no, no es una postura snob, el problema es que las composiciones que merecen la pena no se ofrecen a la mayoría, y gustarían, pero no interesa. La industria musical es eso, una industria de usar y tirar, de bailoteo y magreo, un acompañamiento sin más. Luego eso sí, son estrellas, fugaces, pero estrellas y todos quieren ser igual de brillantes e igual de fugaces. Como si la vida nos perteneciera.
Falta madurez personal, trascendencia, buscar con sinceridad el lenguaje propio, el que se ajuste a tu ser. No quiere decir que hagas lo más raro o extravagante para resaltar por contraste pero tampoco entregarte una y otra vez a la repetición. Bendito Nyman, ahora tooooodas las bandas sonoras nos masacran con lo que llaman minimalismo, sí, es una paradoja, la repetición constante de una pequeña célula melódico-rítmica llevada a la repetición constante del mismo estilo una y otra vez.
Hay más ganas de ser famoso, de ser venerado, aplaudido por las masas, millonario, hay muchas más ganas de eso que de hacer música, la música ahora es un medio para el estrellato y el precio es alto. La música como arte puede ser exterminada y si no, al tiempo.
Soy un músico, formado, amargado, vapuleado y ninguneado por estafadores emocionales de largos dedos cadavéricos, achantado por mis propios errores a los que me han arrojado de una forma u otra esas liendres fecales de ropaje fino y agradable careta, y aún así de vez en cuando disfruto pocos segundos de algún momento musical inesperado.
Si alguien ha llegado hasta aquí que se plantee qué está haciendo con el tiempo de su vida, yo por mi parte sigo dando palos de ciego a ver si con suerte acierto donde debo.