Desde allí tenemos una vista excepcional, una visión de conjunto muy reveladora, el cuadro completo.
Mira, esas son las trincheras. Unas enfrente a las otras. Todos están firmes en sus puestos, con el razonamiento adormilado, el furor a flor de piel, esperando cualquier pequeño movimiento en el trinchera de enfrente para disparar.
No hay intermediarios, nadie que se atreva a decir nada, porque estás en un lado o en el contrario, no hay medias tintas, no hay zonas grises.
El cuadro es, desde luego, en riguroso blanco y negro, sin matices. Así no nos equivocamos, o estás aquí, o estás allá.
No lo dudes, no lo pienses, no hay otra.
Cada trinchera, y son muchas y creciendo, tienen su contraparte.
A un lado, los hombre. Al otro las mujeres.
Los gordos (gordas y gordes incluídos, incluídas e incluídes) contra los gordófobos (y todas las demás acepciones).
Negros contra blancos.
Palestinos contra Israelíes.
Rusos contra Ucranianos.
Vacunas contra antivacunas.
Ricos contra pobres.
Capitalistas contra anticapitalistas.
Rojos contra fachas.
Negacionistas contra afirmativistas.
Y hay más, no se vayan.
Terraplanistas contra terraesferistas.
Pagafantas contra machos alfa.
Pro prostitución contra anti prostitución.
Pro energía nuclear contra energía nuclear.
Eutanasistas contra no eutanasistas.
Pro agenda 2030 contra agenda 2030.
Abortistas contra no-abortistas.
Ateos contra creyentes.
Paro ya porque me estoy quedando sin aliento.
Y veo el panorama, casi sin esperanza.
Ya no nos conformamos con tolerar al diferente, ahora tenemos que acabar con ellos.
Así que nos atrincheramos.
Dicen los médicos que no podemos vivir segregando adrenalina y cortisol a todas horas, ya que ello deriva en desajustes severos en la salud.
Pero es que estamos en una situación de máximo peligro. En el momento que nos descuidemos, ¡¡zás!!, llega el otro y me devora.
Es que es él o yo. No me puedo relajar.
Es una pena que este sea el panorama, que se esté acabando la alegría de compartir con los que no piensan como nosotros. Esa era la promesa de la democracia. Un marco amplio que dé cabida al máximo número de personas, siempre y cuando se muevan dentro de este marco consensuado; la ley y la constitución.
Pero ahora, este marco es tan estrecho que ya casi nadie cabe en él. Sólo unos pocos elegidos que están en posesión de la verdad absoluta.
Entonces, ¿ves el horizonte? ¿te haces una idea del futuro que estamos sembrando?
Bueno, dejémonos de charleta y vayamos eligiendo nuestras trincheras, que viene el enemigo a matarnos.