En algún lugar del otro lado
Subido por Alberto Bracero el 18/10/2011
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Descripción
Con algunos tintes al mas estilo Disney y transiciones que pueden recordarnos a avatar os presento este tema muy especial para mí.
Leedlo con música.
En algún momento de nuestra vida perdemos a alguien cercano. Todos tenemos billete de vuelta, algunos se van antes y otros esperan a última hora de la vida para iniciar el viaje.
Antonio tenía verdadera pasión por la pintura. Cada moneda en sus manos, la invertía en un tubo de pintura al óleo para acabar alguno de esos bodegones que tenía a medio terminar. Su estuche de pinturas marca Rembrandt era de madera, no muy grande y en él casi no cabía la paleta, por ello la dejaba repostada en el caballete.
Elo era su mujer, su musa. Estaban siempre juntos, no se habían separado ni tan sólo un día desde que se conocieron; estaban muy enamorados el uno del otro.
Un día, Antonio recibió una noticia; tenía que partir de viaje esa misma noche. Una barca le estaría esperando anclada en la orilla del mar.
Cuando llegó, una bruma intensa invadía la playa, pero la barca estaba allí. Sin saber por qué, Antonio reconoció dicha embarcación, sabía lo que tenia que hacer, hacia donde remar, donde ir. Se montó en ella y se fue mar adentro.
Elo se quedó muy triste; pero, muy a su pesar, él tenía que partir. Ella miró con lágrimas en los ojos su caballete de pinturas y de repente, advirtió que el estuche de pinturas de madera aún seguía allí, Antonio no se lo había llevado.
Elo supo en ese momento que, algún día, Antonio la recogería en su barca de madera y que los dos remarían felices sabiendo donde ir.
Pero hasta entonces, se conformaba con guardar en su mesita de noche, un trocito de Antonio: su estuche de pinturas.
A mi Tio Antonio y Tia Elo.
Leedlo con música.
En algún momento de nuestra vida perdemos a alguien cercano. Todos tenemos billete de vuelta, algunos se van antes y otros esperan a última hora de la vida para iniciar el viaje.
Antonio tenía verdadera pasión por la pintura. Cada moneda en sus manos, la invertía en un tubo de pintura al óleo para acabar alguno de esos bodegones que tenía a medio terminar. Su estuche de pinturas marca Rembrandt era de madera, no muy grande y en él casi no cabía la paleta, por ello la dejaba repostada en el caballete.
Elo era su mujer, su musa. Estaban siempre juntos, no se habían separado ni tan sólo un día desde que se conocieron; estaban muy enamorados el uno del otro.
Un día, Antonio recibió una noticia; tenía que partir de viaje esa misma noche. Una barca le estaría esperando anclada en la orilla del mar.
Cuando llegó, una bruma intensa invadía la playa, pero la barca estaba allí. Sin saber por qué, Antonio reconoció dicha embarcación, sabía lo que tenia que hacer, hacia donde remar, donde ir. Se montó en ella y se fue mar adentro.
Elo se quedó muy triste; pero, muy a su pesar, él tenía que partir. Ella miró con lágrimas en los ojos su caballete de pinturas y de repente, advirtió que el estuche de pinturas de madera aún seguía allí, Antonio no se lo había llevado.
Elo supo en ese momento que, algún día, Antonio la recogería en su barca de madera y que los dos remarían felices sabiendo donde ir.
Pero hasta entonces, se conformaba con guardar en su mesita de noche, un trocito de Antonio: su estuche de pinturas.
A mi Tio Antonio y Tia Elo.
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