Artabán, La Leyenda Del Cuarto Rey
Subido por Carlos (R) el 28/12/2010
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Descripción
Cuenta la leyenda que existió un cuarto rey, de esos que llaman magos, su nombre...Artabán.
Esta, es su historia.
Se había fijado como punto de encuentro el zigurat de Borsippa, de allá los cuatro reyes deberían de partir en una travesía conjunta, siguiendo una estrella que los guiaría hacia Belén, para adorar y ofrecer sus regalos al niño Dios.
Artabán cruzando las cálidas arenas del desierto se dirigió raudo al lugar acordado. Consigo llevaba un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda a Jesús.
Durante su peligroso y largo viaje tropezó en el camino con un viejo moribundo que le suplicó auxilio, Artabán no lo dudo ni un instante y saltó de su camello dispuesto a socorrer al anciano. Este había sido asaltado y vapuleado por bandidos, los cuales sustrayeron todas las ganancias de un año de trabajo, destinadas a su extensa familia. El buen rey socorrió al anciano y curó sus heridas durante tres días y tres noches, le dió de comer y beber hasta que este pudo levantarse y caminar. No contento con esto, Artabán le regaló el diamante destinado al niño Dios, con este tesoro podría dar de comer a los suyos durante muchos años. Partió pues el anciano con lágrimas en los ojos y agradecido de por vida a tan buena e ilustre persona.
Prosiguió su camino hacia el Zigurat de Borsippa pero al llegar sus compañeros de viaje, los otros tres reyes, ya habían partido siguiendo la estela de la estrella. Apesadumbrado decidió entonces continuar el viaje en solitario y tras varios días llegó a Judea. Una vez arribó a la ciudad de Jerusalén no encontró rastró de sus compañeros ni del redentor, pero si observó asombrado como las ordas de Herodes aniquilaban a todos los niños recién nacidos, las calles se tiñeron de rojo y el día se oscurecía por momentos. Aún así, Artabán logró parar el brazo ejecutor de uno de los guardias antes de dar muerte a uno de los críos. Para no levantar la ira de este, el rey ofreció el rubí destinado a Jesús por la vida del recién nacido. Pero la envidia provocó que los otros soldados que habían quedado sin recompensa arrestaran a Artabán y este quedó prisionero y olvidado durante más de treinta años en las mazmorras del palacio de Jerusalén.
Durante su cautiverio le fueron llegando ecos de los milagros, profecías, prodigios y promesas del Mesías, que no era otro que el niño que un día fue a adorar y que para su eterno tormento nunca llegó a tener delante de sus ojos. Después de tan largo periodo quedó en libertad debido a uno de los muchos indultos hechos al libre albedrío de los dirigentes de la época.
Artabán vagó por las calles de Jerusalén como uno más de los muchos pordioseros que poblaban la ciudad en aquella época, en una de esas calles escuchó como se anunciaba la cruxifición del hijo de Dios y decidió estar en los últimos momentos del Mesías y ofrecer su adoración tan largamente postergada. Encamino sus pasos al Gólgota y en ese momento tropezó con una subasta pública que se celebraba junto al templo, se trataba de una bella joven que se ofreció como esclava a cambio de que su nuevo amo pagase la deuda que su padre engrosaba desde hacía años. Artabán decidió ofrecer el último de los presentes destinados a Jesús, los acreedores aceptaron el trozo de jaspe como pago y el buen rey quedó satisfecho tras ver en libertad a la joven muchacha, que agradeció abiertamente tan buena acción de un extraño.
Mientras tanto, Jesús era crucificado...de repente el cielo se oscurece y comienza a temblar la tierra, los muros de los templos se tambalean y una de las piedras cae sobre Artabán que yace en el suelo en estado de seminconsciencia. De pronto la silueta de un hombre interrumpe los escasos rayos de sol que sobre el rostro del rey se proyectan y una voz amable le dice “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. ¿Cuándo hice yo las cosas que relatáis? contesto Artabán... La figura de ese hombre se hace más nítida y reconocible y le contesta al anciano rey: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí” en ese momento Artabán deja de respirar y es elevado junto al Mesías al reino de los cielos, a los mismo cielos que un día lo guiaran con la ayuda de una estrella a través del desierto.
Esta vez Artabán llegó primero a la cita que sus otros amigos, los tres reyes de oriente...que todavía esperarían unos años para saludar a su querido amigo allá en el reino de Dios.
Bueno espero que os haya gustado, me he intentado ajustar al máximo a las bases del concurso, una historia sobre los Reyes Magos y un orquestal hecho con instrumentos orquestales y algún toque étnico como era de esperar.
La historia la leí hace muchos años y he tenido que recopilar por Google muchos artículos para poder ofrecerla más o menos como yo la recuerdo, eso si, con alguna licencia por mi parte.
Un abrazo a todos Y Felices Fiestas.
Esta, es su historia.
Se había fijado como punto de encuentro el zigurat de Borsippa, de allá los cuatro reyes deberían de partir en una travesía conjunta, siguiendo una estrella que los guiaría hacia Belén, para adorar y ofrecer sus regalos al niño Dios.
Artabán cruzando las cálidas arenas del desierto se dirigió raudo al lugar acordado. Consigo llevaba un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda a Jesús.
Durante su peligroso y largo viaje tropezó en el camino con un viejo moribundo que le suplicó auxilio, Artabán no lo dudo ni un instante y saltó de su camello dispuesto a socorrer al anciano. Este había sido asaltado y vapuleado por bandidos, los cuales sustrayeron todas las ganancias de un año de trabajo, destinadas a su extensa familia. El buen rey socorrió al anciano y curó sus heridas durante tres días y tres noches, le dió de comer y beber hasta que este pudo levantarse y caminar. No contento con esto, Artabán le regaló el diamante destinado al niño Dios, con este tesoro podría dar de comer a los suyos durante muchos años. Partió pues el anciano con lágrimas en los ojos y agradecido de por vida a tan buena e ilustre persona.
Prosiguió su camino hacia el Zigurat de Borsippa pero al llegar sus compañeros de viaje, los otros tres reyes, ya habían partido siguiendo la estela de la estrella. Apesadumbrado decidió entonces continuar el viaje en solitario y tras varios días llegó a Judea. Una vez arribó a la ciudad de Jerusalén no encontró rastró de sus compañeros ni del redentor, pero si observó asombrado como las ordas de Herodes aniquilaban a todos los niños recién nacidos, las calles se tiñeron de rojo y el día se oscurecía por momentos. Aún así, Artabán logró parar el brazo ejecutor de uno de los guardias antes de dar muerte a uno de los críos. Para no levantar la ira de este, el rey ofreció el rubí destinado a Jesús por la vida del recién nacido. Pero la envidia provocó que los otros soldados que habían quedado sin recompensa arrestaran a Artabán y este quedó prisionero y olvidado durante más de treinta años en las mazmorras del palacio de Jerusalén.
Durante su cautiverio le fueron llegando ecos de los milagros, profecías, prodigios y promesas del Mesías, que no era otro que el niño que un día fue a adorar y que para su eterno tormento nunca llegó a tener delante de sus ojos. Después de tan largo periodo quedó en libertad debido a uno de los muchos indultos hechos al libre albedrío de los dirigentes de la época.
Artabán vagó por las calles de Jerusalén como uno más de los muchos pordioseros que poblaban la ciudad en aquella época, en una de esas calles escuchó como se anunciaba la cruxifición del hijo de Dios y decidió estar en los últimos momentos del Mesías y ofrecer su adoración tan largamente postergada. Encamino sus pasos al Gólgota y en ese momento tropezó con una subasta pública que se celebraba junto al templo, se trataba de una bella joven que se ofreció como esclava a cambio de que su nuevo amo pagase la deuda que su padre engrosaba desde hacía años. Artabán decidió ofrecer el último de los presentes destinados a Jesús, los acreedores aceptaron el trozo de jaspe como pago y el buen rey quedó satisfecho tras ver en libertad a la joven muchacha, que agradeció abiertamente tan buena acción de un extraño.
Mientras tanto, Jesús era crucificado...de repente el cielo se oscurece y comienza a temblar la tierra, los muros de los templos se tambalean y una de las piedras cae sobre Artabán que yace en el suelo en estado de seminconsciencia. De pronto la silueta de un hombre interrumpe los escasos rayos de sol que sobre el rostro del rey se proyectan y una voz amable le dice “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. ¿Cuándo hice yo las cosas que relatáis? contesto Artabán... La figura de ese hombre se hace más nítida y reconocible y le contesta al anciano rey: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí” en ese momento Artabán deja de respirar y es elevado junto al Mesías al reino de los cielos, a los mismo cielos que un día lo guiaran con la ayuda de una estrella a través del desierto.
Esta vez Artabán llegó primero a la cita que sus otros amigos, los tres reyes de oriente...que todavía esperarían unos años para saludar a su querido amigo allá en el reino de Dios.
Bueno espero que os haya gustado, me he intentado ajustar al máximo a las bases del concurso, una historia sobre los Reyes Magos y un orquestal hecho con instrumentos orquestales y algún toque étnico como era de esperar.
La historia la leí hace muchos años y he tenido que recopilar por Google muchos artículos para poder ofrecerla más o menos como yo la recuerdo, eso si, con alguna licencia por mi parte.
Un abrazo a todos Y Felices Fiestas.
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