Bruno

Nunca olvidaré aquella tarde en que mi esposa y yo tuvimos que sacrificar a Bruno, nuestro perrito. No hacía mal día, soplaba un suave viento, tenía 7 años, estaba enfermo y no sospechaba nada, llegó por su propio pie a la clínica, mi mujer y yo aguantamos y disimulamos nuestro pesar para que no se percatara de que algo iba a pasar, hasta que dejó de respirar.
Nunca he llorado tanto, y tan amarga y desconsoladamente, como aquel día y varios posteriores...nunca...
De esos días salieron unos maltrechos y balbuceantes punteos que he arreglado y acompañado lo mejor que he sabido, que no es mucho, pero que es lo único que he terminado.
Quería que quedase aquí, y allí donde pueda subirlo, para siempre.