Dando Tumbos por Ahí (Capitán Kokorikó)
Subido por Capitán kokorikó el 14/07/2024
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Descripción
EL ROSTRO DEL DIVINO
El alfil negro anda frenético por todo lo largo y ancho del tablero. Se reúne con torres y caballos, con el rey y, finalmente, con la reina. A todos les expone su plan, haciéndoles ver cuán importante es, ya que se trata de, tras los oportunos y complejos rituales necesarios, descubrir y contemplar el verdadero rostro de uno de los dioses.
Todos sabemos de la imposibilidad que tienen las piezas para elevar el rostro hacia las alturas. El cuerpo rígido, una pobre imitación del cuerpo de los dioses, fue hecho así a propósito, para manejar los destinos de las piezas sin interferencias, sin sentir al divino.
El alfil lleva muchos años observando movimientos y sacando conclusiones, viendo designios donde los demás sólo ven casualidades.
Presiente que pronto será el momento en que la mano del altísimo caerá sobre alguien y le cambiará el sino. Incluso cree poder predecir, analizando los últimos movimientos, sobre quién. Y ahora lo difícil es determinar el momento, el cuándo.
El rey ya dio el visto bueno, amoldando al plan las últimas decisiones.
Mucha energía se mueve para que todos los elementos estén preparados.
El alfil da las últimas instrucciones, pronto caerá la divina mano, y tras ella, rozando el infinito, se asomará el divino rostro de uno de los dioses.
Se pone el sol, se llena el espacio de quietud.
Todo el reino contiene la respiración.
El alfil reza en silencio.
El alfil negro anda frenético por todo lo largo y ancho del tablero. Se reúne con torres y caballos, con el rey y, finalmente, con la reina. A todos les expone su plan, haciéndoles ver cuán importante es, ya que se trata de, tras los oportunos y complejos rituales necesarios, descubrir y contemplar el verdadero rostro de uno de los dioses.
Todos sabemos de la imposibilidad que tienen las piezas para elevar el rostro hacia las alturas. El cuerpo rígido, una pobre imitación del cuerpo de los dioses, fue hecho así a propósito, para manejar los destinos de las piezas sin interferencias, sin sentir al divino.
El alfil lleva muchos años observando movimientos y sacando conclusiones, viendo designios donde los demás sólo ven casualidades.
Presiente que pronto será el momento en que la mano del altísimo caerá sobre alguien y le cambiará el sino. Incluso cree poder predecir, analizando los últimos movimientos, sobre quién. Y ahora lo difícil es determinar el momento, el cuándo.
El rey ya dio el visto bueno, amoldando al plan las últimas decisiones.
Mucha energía se mueve para que todos los elementos estén preparados.
El alfil da las últimas instrucciones, pronto caerá la divina mano, y tras ella, rozando el infinito, se asomará el divino rostro de uno de los dioses.
Se pone el sol, se llena el espacio de quietud.
Todo el reino contiene la respiración.
El alfil reza en silencio.
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