La droga sónica

LA DROGA SÓNICA

De nuevo, otra vez he de tomar la “droga sónica”.
La necesito en mis venas, directa hacia el corazón.
Me acucia el “mono” sin compasión, me vuelve loco.
No puedo estar sin mi dosis, el nervio hace presa en mí.

Un guiñapo, un monigote agitando los brazos con temblores en los dedos:
Sin mi droga, ése soy yo.
La mirada fija en el suelo, inclinando la cabeza hacia detrás y hacia delante:
Un residuo de humanidad.

Toma mi cuerpo e instálate en él. No me
dejes a tientas, pues te soy fiel, ¡te soy fiel!

El mundo pierde todo su color sin “droga sónica”.
El tiempo se para en el aire, la noche es un monstruo cruel.
Me muevo y me agito sin descansar, y no hallo reposo.
Todos los caminos que encuentro me llevan a su sabor.

Un guiñapo, un monigote agitando los brazos con temblores en los dedos:
Sin mi droga, ése soy yo.
La mirada fija en el suelo, inclinando la cabeza hacia detrás y hacia delante:
Un residuo de humanidad.

Toma mi cuerpo e instálate en él. No me
dejes a tientas, pues te soy fiel, ¡te soy fiel!

Sé que me atrapa y que me conduce hacia su control,
pero no puedo, ni quiero, imaginarme sin ella.
Acabará conmigo, juntos hasta el final.
Es su dominio tal que constituye un imperio.