Monster # 04. América Profunda

Monster # 04. América Profunda
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Subido por El Químico el 26/03/2009
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Descripción
En la América profunda, vive un chico, algo retrasado, se mueve cojeando, inclinado hacia adelante, con la cara torcida. Es el objeto de diversión de todos los chicos de su edad que quieren autoafirmarse, impresionar a las chicas o simplemente divertirse. A empujones, le van expulsando de la sociedad, va por caminos secundarios, evita las miradas y hace como que no oye. Ya no comparte nada con el mundo que le rodea y se va recluyendo, poniéndose en marcha en la oscuridad, oculto, vigilando un mundo al que no pertenece. Y odiándolo. Odiando que le denieguen una vida normal, personalizando sus penas en unos cuantos a los que odia con todas sus fuerzas. En la oscuridad, retuerce ramas, retuerce zapatos, luego retuerce pescados, observando cómo se despedazan, cómo caen las tripas, la carne, las escamas por sus manos. Y las lame, lame primero sus dedos, las palmas de sus manos, las muñecas, hasta que lame los trozos de pescado, los chupa, los mastica, dejándolos caer de nuevo entre sus manos, vuelve a lamerlos, mete la cabeza entre sus manos y se las pasa por la cara, con la boca abierta y siente un deseo, un deseo que se hace irresistible. Ojalá fueran las gargantas, la cara y la boca de esos chicos. Se imagina mordiendo sus caras y sus bocas mientras abre sus barrigas, masticando sus bocas mientras los mira a los ojos y les saca las tripas. No sólo es un vendaval vengativo, es un estímulo sexual imposible de contener. Se ha roto. Lo han roto. Este monstruo ya está perdido. Ya no es una sombra que se desprecia a sí misma, ya ni se atormenta en sus momentos de lucidez. Ahora es una tormenta de odio, ansia y deseo. Nada le aparta de su camino, no tiene otra cosa en qué pensar, nada que le distraiga. Un pensamiento así de destructor que no se atenúa durante las 24 horas del día. Piensa en ello, sueña con ello. Ya no le quedaba ningún camino. Y pasaron algunos años.

El monstruo lo hizo. La policía le arrestó. El juez nunca podrá comprender lo que ha pasado. Sólo ve un loco. La escena de sus crímenes ha dado la vuelta al mundo, se presupone una catarata de ideas y teorías. La prensa se presenta en el sitio de los sucesos, olfateando, olisqueando, preguntando para crear la noticia que le han encargado. La América profunda cierra las puertas, está callada, es prudente y no habla. Pero apareció una persona, la única que trataba con él, cuando era más pequeño. Lo conocía aunque luego dejara de verlo por la reclusión forzada que sufrió su amigo a medida que iba creciendo. La opinión pública no esperaba un punto de vista distinto que el del monstruo asesino, cruel y despiadado ni más final que el del monstruo castigado. Que hubiera alguien que lo enfocase desde la justificación, sembró las dudas, activó conciencias, hizo el silencio entre los pensadores. Este chico, su vecino más próximo, cuenta, para la prensa de todo el mundo, la historia espeluznante de

El Devorador De Hombres.
Letra
Se acerca a ellos,
en la mano un cuchillo,
inclinado adelante
y en sus ojos un brillo
de perro perdido,
de loco, de asesino,
de comedor de carne,
de gustos poco sencillos.

En su sala privada,
¿quién sabe qué ha hecho?
¿Qué dicen los huesos
que adornan el techo?
Clavados con arte,
poesía en el cemento,
lamidos por fuera,
sorbidos por dentro.

¿De qué son las cintas
que hay en el suelo?
¿Y las pegatinas?,
¿qué ponen encima?
Mejor es no verlo,
sé que dan miedo,
quien las ha visto
ya es un recuerdo.

Ahora es un monstruo
y es fácil decirlo,
pero yo lo conozco,
he sido su amigo.

A Serial Killer de América Profunda
A Serial Killer de América Profunda
A Serial Killer de América Profunda
A Serial Killer de América Profunda

Yo he estado allí dentro,
creo que lo he dicho,
yo vi cómo daba
sus primeros gritos.
Y yo no te miento,
lo que digo es cierto,
se lo merecían
y ahora están muertos.

¿Que si sospechaba?
Quizás sí si lo pienso,
pero no me preocupaba
y no, no lo siento.
Le humillaban,
quebrando su aguante,
les esperaba
esa muerte extravagante.
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