Paralelepípedo Australopitecus (Capitán Kokorikó)
Subido por Capitán kokorikó el 28/07/2024
Licencia Copyright
Descripción
CAMBIOS
En aquel tablero se vivían tiempos tranquilos.
Las reinas salían enseguida de sus casillas y se juntaban en algún lugar discreto.
Ninguna de las dos era guerrera, más bien apreciaban los largos atardeceres del verano para hacer planes pacíficos y revolucionarios.
Ellas querían dar más poder a los peones, dotarlos de algún movimiento extra, quizás podrían ser más altos.
Ellas querían dar un sentido nuevo a la existencia, cambiar las reglas del juego y abolir la muerte dentro de los límites de aquel tablero.
Ambas estaban ya negociando con sus reyes, aprovechando la intimidad e impunidad de las alcobas. Además, contaban con la simpatía de los caballos y las torres. Las cosas iban de maravilla.
Las últimas partidas siempre terminaban en tablas
Apenas nadie reparó en aquel alfil, antaño místico y hoy rendido a un dios mediocre, que medio escondido ejercía un férreo control sobre las maquinaciones de las reinas.
Todas las noches despachaba con el rey blanco, quien, temeroso de perder el poder de ejercer el poder, lanzó de improviso un ataque sin precedentes en el que expuso a su reina de tal forma que, prácticamente, la condenó a muerte.
Los caballos se inmolaron en señal de protesta y en apoyo a las reinas. Los peones lloraron sin consuelo. Por una vez estuvieron cerca de subir su nivel y aumentar el tamaño.
Al pasar el tiempo los reyes fueron olvidados, pero el gesto de aquellas reinas permaneció intacto durante mucho, mucho tiempo.
En aquel tablero se vivían tiempos tranquilos.
Las reinas salían enseguida de sus casillas y se juntaban en algún lugar discreto.
Ninguna de las dos era guerrera, más bien apreciaban los largos atardeceres del verano para hacer planes pacíficos y revolucionarios.
Ellas querían dar más poder a los peones, dotarlos de algún movimiento extra, quizás podrían ser más altos.
Ellas querían dar un sentido nuevo a la existencia, cambiar las reglas del juego y abolir la muerte dentro de los límites de aquel tablero.
Ambas estaban ya negociando con sus reyes, aprovechando la intimidad e impunidad de las alcobas. Además, contaban con la simpatía de los caballos y las torres. Las cosas iban de maravilla.
Las últimas partidas siempre terminaban en tablas
Apenas nadie reparó en aquel alfil, antaño místico y hoy rendido a un dios mediocre, que medio escondido ejercía un férreo control sobre las maquinaciones de las reinas.
Todas las noches despachaba con el rey blanco, quien, temeroso de perder el poder de ejercer el poder, lanzó de improviso un ataque sin precedentes en el que expuso a su reina de tal forma que, prácticamente, la condenó a muerte.
Los caballos se inmolaron en señal de protesta y en apoyo a las reinas. Los peones lloraron sin consuelo. Por una vez estuvieron cerca de subir su nivel y aumentar el tamaño.
Al pasar el tiempo los reyes fueron olvidados, pero el gesto de aquellas reinas permaneció intacto durante mucho, mucho tiempo.
Descargable
Sí (loguéate o regístrate para descargar)