Samba Por lo No Vivido (Capitán Kokorikó)

Samba Por lo No Vivido (Capitán Kokorikó)
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Subido por Capitán kokorikó el 23/10/2022
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Descripción
EL ARTEFACTO


Llegué temprano, apenas hacía media hora que había salido el sol. Aparqué en la entrada de la aldea: no quería llamar demasiado la atención.
Allí no habría más de cincuenta personas. Un par de viejos y una señora me miraron sin apenas mudar el gesto. Seguro que la mayoría estarían realizando tareas en sus huertas, o cuidando ovejas. Vete a saber. A mí, esa gente me daba igual. Yo quería comprobar si aquella pieza metálica, antigua y extraña, aún seguía ahí, donde Esteban de la Higuera, el experto en antigüedades, lo había emplazado.
Según Esteban, aquella pieza tenía más de cinco millones de años de antigüedad, y según él, era algo fabricado por la mano del hombre. Como pueden ustedes suponer, yo no le creí. De hecho, no sé muy bien qué estoy haciendo aquí. Quizás se equivocó al analizarla, al hacerle la prueba del carbono, pero algo me empujó hasta aquí, una sensación irracional llegada de ninguna parte. Y estaba dispuesto a derribar su idiota teoría.
Sería su caída como experto y un empujón para mi pobre carrera.
Aun no entiendo por qué no pudo llevársela, quizás era demasiado pesada, o sabía que era más falsa que el beso de Judas, pero yo quería verlo con mis propios ojos.
Me acerqué a uno de los viejos. Sé tratarlos para conseguir lo que quiero. A esta gente de pueblo les gustan los rodeos, hablar del tiempo un rato.
Con éste viejo no fue el caso. Yo pregunté, hablé de mi abuelo, de lo bien que se vive lejos del mundanal ruido, y él me escuchó sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, sin mover un músculo. Yo me sentí como un idiota.
Dejé de simular y le pregunté directamente si sabía dónde estaba el artefacto. Sin decir palabra echó a andar, y yo le seguí. Llegamos a una pequeña casa, más que vieja, antigua. Por dentro parecía ridículamente enorme.
Después de recorrer largos pasillos, llevamos a una habitación apenas iluminada. Allí estaba, sobre la mesa, el artefacto metálico. Alargué el brazo, abrí la palma de la mano y lo toqué.
Y allí, a mi lado, apareció Esteban que, al igual que yo, no tenía cuerpo.
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