Akai MPK Mini Plus, un miniteclado con más teclas, más conectividad y secuenciador
Si Akai Pro llevaba ya algunos años disputando el trono del mercado de los controladores MIDI compactos más tradicionales, ahora esperan alargar un poquito más su sombra añadiendo a su catálogo el MPK Mini Plus, con el que todo indica que quieren competir también contra productos como el Arturia KeyStep, que durante algún tiempo estuvo él muy cómodo sin demasiada competencia a su alrededor. Pero claro, todo lo bueno se acaba, y ahora Akai se suma a la lista de fabricantes que intentan llevarse su parte del negocio.
Akai Pro MPK Mini Plus
¿Y qué tiene el MPK Mini Plus para ser “plus”? Pues para empezar 37 teclas sensibles a la velocidad, en lugar de las 25 a las que nos tienen acostumbrados. Pero también controles de transporte, secuenciador integrado, ruedas de modulación y pitch (el joystick también está), entrada y salida MIDI, tres salidas CV / Gate, así como entrada y salida CV Clock. El secuenciador por pasos incluido es de 2 pistas (hasta 64 pasos), pero con hasta 8 notas de polifonía por paso para pistas de instrumento, y hasta 16 notas por paso para pistas de batería. El clásico arpegiador de la gama MPK Mini también anda por ahí, al igual que la pantalla OLED de las últimas versiones, que ahora además cuenta con su propio codificador tipo push para configuraciones más ágiles.
Naturalmente, no faltan tampoco 8 pads de percusión RGB con calidad MPC, los 8 knobs presentes en modelos anteriores, ni funciones adicionales como la repetición de nota, el full level o los modos de escalas y acordes. Completan la lista de conexiones la entrada para pedal de sostenido y el puerto USB tipo B. Un conjunto de características a priori interesante, sobre todo para aventuras DAWless, que se acompaña también de una licencia del MPC Beats DAW.
Precio y disponibilidad
El Akai MPK Mini Plus ya está disponible en algunos distribuidores a un precio de 199€.
Más información: Akai Pro
Comunicador incansable en materia de tecnología musical. Dicen por ahí que de niño se cayó en una marmita llena de osciladores de baja frecuencia.
