Magacín

El arte y la belleza de crear un instrumento musical

"En la noche, especialmente, se convierte en un proceso meditativo, en un marco de la mente muy relajante", dice Alex Bishop, el luthier protagonista de un pequeño pero bello cortometraje creado por Contra Film, titulado "The Craft of Sound" (El Oficio del Sonido) y dedicado a su trabajo en la construcción de guitarras.

Es todo un tributo a tan magno arte, que hoy en día habría que ubicarlo también en los circuitos y los algoritmos. Porque lo grandioso no es solo que podamos crear, escuchar y disfrutar la música, sino también poder crear herramientas para ello. La capacidad humana de construir herramientas y desarrollar tecnología es todo un arte en sí mismo, donde yace la más sutil belleza.

En otras palabras, no es sólo bello el instrumento y/o su sonido, sino también todo su proceso de gestación, todo aquello que lleva a sus espaldas: esa ardua la investigación, exploración y creación de diversos elementos que permiten que se de la posibilidad de los demás. Impacta ver como cada instrumento está hecho de muchas partes diferentes, que a su vez son hechas con otras máquinas que están a su vez construidas con piezas creadas por otras máquinas, y así sucesivamente.

En el caso de los instrumentos de madera ocurre algo especial, como comenta Bishop, sobre el hecho de trabajar con las manos y poder forjar con ellas un instrumento valiéndose de determinada tecnología. La madera cambia a la par del sonido y la especialidad de este material, permite resultados siempre diferentes. Además, al tratarse de un instrumento musical, estamos hablando de algo mágico, capaz de incontables posibilidades, cargado de un misterio que, como comenta el luthier, no puede ser predicho 100% y está sujeto al azar, a las variaciones en el proceso de construcción.

Hay toda una exactitud, matemática y física implicada en el proceso, pero a su vez un espíritu que solo las musas y los oídos entenderán. Quién iba a pensar que las cuerdas y su resonancia en la caja de madera atravesarían al ser humano de la forma que lo han hecho, y con total razón, dado que es todo un arte; de gran precisión, detalle y un sin fin de procesos meticulosos, como se aprecia en el vídeo.

De hecho lo interesante de todo esto es que son instrumentos creados para expandir sus posibilidades desde determinada función, en este caso desde la sonoridad. En ese sentido, conforme se exploran las herramientas una y otra vez, se descubren diversos detalles cada vez más profundos, que pueden quizás no alterar radicalmente el sonido de determinado instrumento, pero si enriquecerlo y definirlo cada vez más.

Y quizás por eso vale la pena detenerse a contemplar el mágico proceso de construir algo como un instrumento sonoro, como en este caso una guitarra, porque está viva, como la música; viva porque no termina de construirse dado que una vez el luthier la "culmina", ésta apenas nace ante la vida del sonido, teniendo la música por delante. Bien lo dice Bishop:

"Cuando un instrumento está finalizado no está realmente finalizado porque no lo puedes congelar en el tiempo, y eso es probablemente lo que más amo de hacer guitarras."

Miguel Isaza
EL AUTOR

Miguel es un investigador que relaciona la filosofía, el arte, el diseño y la tecnología del sonido. Vive en Medellín (Colombia) y es fundador de varios proyectos relacionados con lo sonoro, como Éter Lab, Sonic Field y Designing Sound.

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