Al margen de la poca transparencia que hay en el negocio de la música digital o de los escasos beneficios económicos que genera —al menos de forma directa—, hay otros asuntos que también deberían preocuparnos en este ecosistema. Se trata de la enorme fragilidad financiera de muchas de las empresas que lo controlan y del juego empresarial que hay detrás de algunas de ellas. Lo acabamos de ver con Beatport, el gigante de los contenidos relacionados con la música de baile.
En un comunicado enviado a sellos, artistas y editoriales, el servicio propiedad del grupo SFX Entertainment ha notificado que no puede hacer frente a los pagos de los derechos correspondientes al último trimestre, alegando dificultades derivadas de su proceso de conversión empresarial. En realidad parece que la causa es el proceso judicial en el que está envuelto el propietario de la empresa, Robert Sillerman, demandado por incumplimiento de contrato y fraude por un grupo de managers.
Recordemos que Beatport acaba de anunciar hace escasas semanas que en breve comenzará a colaborar con Spotify, donde se podrá acceder a sus contenidos. Y hace unos meses hizo una importante apuesta por el streaming, remodelando el sitio para adaptarlo a las nuevas formas de consumo de música.
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