Sonido en vivo

Técnicos de PA con memoria: ¿fraude o evolución?

Puerto USB y pendrive en una consola Yamaha QL5
Puerto USB y pendrive en una consola Yamaha QL5

Nota del autor: Ante la polémica generada por este artículo en parte de los lectores —aquí y en Facebook—, quisiera aclarar que mi pretensión no ha sido la de atacar el avance en general que supone el almacenamiento de escenas, sino dar a conocer un posible futuro en el que sea común encontrarnos con técnicos que necesiten de un trabajo previo realizado incluso por otra persona para arrancar un bolo, y debatir sobre ello. Por hacer una analogía: sería algo así como que en un futuro posible, la gente no supiera orientarse por haber hecho uso del GPS constantemente. Lo explico en el comentario #27 de este artículo.

Introducción

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Las mesas de mezcla actuales basadas en procesado digital disponen de memoria para almacenar diferentes escenas, de modo que en apenas unos segundos, permiten recuperar los ajustes de una mezcla anterior. Con la llegada del puerto USB como medio de comunicación estándar, desde hace unos años, se puede incluso almacenar la mezcla en un pendrive y utilizar éste para llevar esa mezcla a otra mesa de mezcla compatible y poder ejecutar desde ahí esa escena. Incluso sin necesidad de USB, es posible conectar dispositivos portátiles como iPads no sólo para controlar externamente la mezcla, sino también para importar y exportar escenas.

Por tanto, cuando vamos a un concierto y vemos un técnico de PA, puede que una buena parte del trabajo que estamos oyendo no haya sido realizado por él, sino por otro técnico que se encuentra a cientos de kilómetros de allí, que previamente cargó esa escena en la memoria de esa mesa de mezclas.

Disyuntiva

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¿Es esto un comportamiento sincero?

¿Es lícito que una parte del trabajo no se realice en vivo?

Cuando acudimos a disfrutar de un concierto ¿consideramos que el técnico encargado de hacer la mezcla es también parte del espectáculo?

Problemática

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En caso de que consideremos al técnico como una parte no integrante del espectáculo en sí, obviamente estas nuevas capacidades técnicas permiten, por un lado, reducir los tiempos de espera entre concierto y concierto en el caso de que actúen varias bandas en el mismo escenario, y por otro, asegurar un mínimo de equilibrio en la mezcla.

En el caso de eventos no musicales, como ruedas de prensa, discursos políticos, simposios, lecturas públicas, etc... parece que evidentemente, no hay mucho que debatir, pues no hay prácticamente ninguna componente artística en el trabajo del técnico, y por tanto, podemos establecer estas nuevas capacidades como un avance.

Pero, en eventos musicales ¿qué sucede si entendemos que el trabajo del técnico es también parte del espectáculo? ¿Si consideramos al técnico como una especie de director de orquesta encargado de establecer los planos de los instrumentos, de calibrar las intensidades sonoras de los diferentes instrumentos, o incluso de aportar determinadas atmósferas o ambientes mediante la selección de efectos al menos en parte gracias a su creatividad?

De la misma manera que nos gusta ver que los músicos tocan en vivo sin bases programadas, aportando plena capacidad de improvisación y retroalimentación con el público, ¿no deseamos encontrarnos con “técnicos sinceros sin esteroides”?

La vagancia se realimenta

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El caso es que como ya sabemos, mediante el uso de memorias digitales es posible comenzar un concierto medianamente bien sin prueba de sonido previa. Esto en principio se presenta como un desahogo para la banda, que sabe que ante la necesidad, es posible saltarse el incordio de la prueba de sonido, reduciendo muchas horas de trabajo.

Desde luego, en principio son buenas noticias, pero a la larga, cabe la posibilidad de que las pruebas de sonido vayan cayendo en desuso, y nos vayamos encontrando con el problema de la desidia, la vagancia y la falta de preparativos para las actuaciones, lo que implica un alto riesgo de pérdida de calidad del espectáculo en sí. Incluso los propios técnicos, ante esta situación, pueden ir perdiendo la capacidad de improvisación al ir acostumbrándose a comenzar el trabajo diario con un 70% de la mezcla ya hecha.

Técnicos figurantes

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Llegados a este punto, ¿qué impide que nazca una nueva categoría de técnico que simplemente se limite a hacer pequeños ajustes sobre el trabajo previo de un técnico de primera categoría?

¿Inundarán los técnicos maniquíes las plazas de los pueblos? Desde hace años ya tenemos músicos figurantes sobre escenarios, mayormente en verbenas y platós de TV; ¿tendremos en el futuro también “técnicos de pega” que aparenten hacer un trabajo?

La productividad en el ámbito del arte

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Si vemos los conciertos como empresarios, buscando la mayor productividad, la utilización de las memorias es un avance extraordinario. Controles más pequeños y ligeros, interconexionado virtual que reduce las horas de montaje, adiós a las pruebas de sonido, técnicos de segunda categoría que gracias a la asistencia de las memorias son aparentemente capaces de realizar el trabajo de técnicos de primera, menos tiempo de cambio entre bandas... etc.

Sin embargo, algo me dice que asociar productividad al arte no es del todo una buena idea. Diría que el arte no debe estar ligado a los asientos de los balances económicos. ¿Creéis buena idea que un editor le exija a un novelista un cierto número de trabajos al año? ¿Os parece acertado que una discográfica presione a un artista para que componga más canciones con acordes mayores para vender más? ¿Los espectadores debemos aceptar DJs que no mezclen en directo? ¿Y técnicos?

Resolución

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Desde luego, es cuando menos algo de apreciar encontrarnos con técnicos que se atrevan a comenzar una mezcla nueva en cada concierto, al modo artesanal. Quizás sea más arriesgado, pero también más sincero.

¿Qué opináis? Parece que la solución a este dilema está esperando vuestras palabras.

Ibon Larruzea
EL AUTOR

Ingeniero técnico industrial en máquinas eléctricas por la universidad pública vasca, músico, productor y audiófilo. Profesional del mundo sonoro desde el año 2000, y desde hace unos años dedicado al mastering, compaginándolo con la producción, en los estudios Euridia.

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