Magacín

“Eso no es música, es masturbación”

Recuerdo una secuencia de la popular película “Fama” (la de 1980 dirigida por Alan Parker, la otra no la he visto), el personaje de Bruno replicaba a su profesor de música Shorofsky, diciéndole que él no necesitaba una orquesta para ejecutar buena música ya que disponía de los medios electrónicos y modernos suficientes para realizarlo todo él solo. Shorofsky, que acababa de hacer una comparación entre una buena ejecución musical y hacer el amor, le contesto: “Eso no es música, eso es masturbación”.

Estamos hablando de 1980, habían pasado apenas siete años del nacimiento del Tubular bells de Mike Oldfield. Jean Michell Jarre y Vangelis entre muchos otros ya habían publicado algunos de sus principales trabajos. A nivel popular y también en el terreno académico, sobre todo en las escuelas y conservatorios tradicionales, era novedoso aquello de que un solo tipo no sólo fuera compositor de una obra si no que además interpretara todas las partes, bien una por una en el estudio o incluso en directo mediante algún tipo de secuenciación.

En aquella época comenzaba a extenderse una práctica que hoy en día, desde hace bastante tiempo, es de lo más habitual. Tan habitual, que lo que llamaba tanto la atención del profesor Shorofsky ha quedado completamente desfasado y superado. Lo que se veía como un nuevo modelo en la forma de realizar música era también el comienzo, gracias a las nuevas tecnologías, de un camino en el que el artista que lo deseara, o lo necesitara como veremos, podría continuar vistiendo su obra, con sus propias manos, en las distintas estaciones por las que puede pasar hasta llegar hasta el público.

Hemos dado un paso más en ese “hazlo todo tú mismo”, en muchos casos porque no hemos tenido más remedio, en el que el compositor e intérprete ha traspasado la barrera de lo estrictamente musical. Os pongo un ejemplo personal: Para el último tema del proyecto Mei Ming (un proyecto muy personal e independiente, que muevo en mis ratos libres, al igual que este blog) no sólo realicé la música. Interpreté, grabé y mezclé cada uno de los instrumentos (salvo la voz, afortunadamente...), además diseñé la caratula, realicé el “videoclip” (pongo el enlace sobre todo para que nadie piense que voy de genio, el vídeo, por llamarlo de alguna manera, es lo que es....) y las labores de marketing: realizando la nota de prensa de rigor, la distribución del tema entre los seguidores y demás actualizaciones en las webs pertinentes, facebook, twitter, myspace, blogs etc, etc...., nada que no hagan muchos de los músicos que andan por aquí. He expuesto un ejemplo propio por proximidad, pero fácilmente podría haber puesto el de muchos de vosotros.

Si para el profesor de música de Fama lo de Bruno era masturbación, lo que hacemos ahora debe de ser un tipo de perversión tremendamente retorcida...

Tenemos las herramientas para hacerlo todo, por eso lo hacemos. Si esas herramientas hubieran estado antes, antes lo habríamos hecho. En algunos casos porque nos gusta hacerlo así, en otros, como decía antes, porque no tenemos más remedio. No tenemos recursos para pagar a un diseñador pero disponemos de ordenador, buenas cámaras de fotos y un programa de edición. No podemos pagar a una productora para que nos haga un videoclip pero tenemos nuestra cámara, un archivo infinito de imágenes de recurso en la red y ordenadores potentes para editarlo todo. No podemos ni soñar con contratar una empresa de marketing y pagar una campaña de publicidad, pero tenemos Internet (bastante saturada en este aspecto, eso sí...). Sobre todo tenemos los medios para hacer que no descanse nuestra imaginación después de terminar con la música.

Esa “masturbación” de la que hablaba el profesor Shorofsky y que yo extendía al modo de trabajar de muchos de nosotros hoy en día, aunque nos llegue impuesta, puede tener sus ventajas. Por ejemplo, si uno sabe exactamente lo que quiere (en principio) cada elemento respetará la inercia del rumbo que hayamos querido marcar. No sólo eso, cuando se va más allá de lo musical, se puede extender el mensaje de la creación principal, de la obra estrictamente musical. Si hay algo que quedaba por decir, o que quizá no quedaba del todo claro, puede reforzarse en los siguientes escenarios asociados a la obra o que parten de ella, sean caratulas, vídeos, puestas en escena e incluso el mensaje que se traslada a los medios en forma de nota de prensa en relación a ella. El simple hecho del placer de hacerlo todo uno mismo (cuando se dispone del tiempo necesario) también deberíamos incluirlo.

Pero quién puede negar que si pudiéramos no recurriríamos al mejor profesional para cada una de las áreas. Cuando recibo un encargo en el que no traspaso la barrera de la partitura, es un verdadero placer escuchar como son interpretadas cada una de las partes por el profesional de cada instrumento. Por como cada uno se ha centrado en cada una de sus notas, dándoles un valor mucho mayor que el que a ti apenas te da tiempo de dar cuando lo ejecutas todo, dándoles verdadera vida en definitiva. Ni que decir ya del proceso técnico de la mezcla y las áreas que van más allá de lo musical, y por lo que uno aprende y se lleva consigo de cada uno de los profesionales que rodean su trabajo.

Pero todo esto no siempre está al alcance de nuestra mano, sobre todo cuando realizamos proyectos propios sin presupuesto, al margen de encargos y contratos.

Cuando no se trata de una imposición, por falta de medios, si no de una opción, no podemos sentenciar que hacerlo todo uno mismo sea negativo ni tampoco lo contrario, al menos la amplia parte musical (dominar la extra musical además de la musical debe estar al alcance de muy pocos). Cada autor y cada obra puede requerir una cosa u otra. En algunos temas la calidad de la interpretación es muy importante y unos buenos músicos le harán más justicia que un “aprendiz de mucho y maestro de nada”. Ya hemos hablado en otros artículos (e insistiremos) de lo importante que pueden ser las diferentes visiones de distintas personas al frente de una idea.

Por el contrario otros temas no requieren de un virtuosismo esencial en la ejecución para desarrollarse tal y como son. Quizá el toque personal del autor en cada una de las piezas que lo forman hagan que se exprese con su verdadera personalidad. Ponía como ejemplo más arriba el genial Tubular bells (el original...) de Mike Oldfield, quizá otros músicos más experimentados en los instrumentos que toca Oldfield hubieran realizado una mejor ejecución pero probablemente también le habrían hecho perder la magia y personalidad que pocos álbumes tienen (escúchese por ejemplo su malograda versión orquestal). En Tubular bells se siente el aliento inspirado del autor en cada nota.

La forma de ser da cada uno, cuando se mezcla con el arte, también es atractiva y esa forma de ser, para no ser distorsionada, a veces también precisa de pequeñas “imperfecciones”.

Incluso en lo extra musical algunos artistas deciden involucrarse por decisión propia. Tanto en el diseño audiovisual vinculado a la obra como incluso más allá. Me viene a la cabeza por ejemplo la banda The Clash, que decidió reducir los costes de dos de sus álbumes más importantes (London Calling y Sandinista) a costa de sus beneficios, para ser coherentes con sus ideas e idiosincrasia, con lo que representaba su música y letras.

Deseo trasladar el mensaje de que aunque hay elementos y mecanismos de los que quizá no dispongamos porque no dependen de nosotros, disponemos de medios con los que hace apenas unos años podíamos soñar. Donde ahora tenemos el “No” ya lo teníamos antes, pero ahora tenemos un “Sí” en cosas que nosotros podemos manejar, donde antes, por falta de medios, también existía un “No” casi incuestionable.

Regresando al enunciado inicial, terminaré opinando que la frase del profesor Shorofsky no es correcta en un contexto amplio, más allá de compartir o no la ejecución de una obra en grupo, o interpretar varias partes en solitario que es a lo que se entiende que él se refería. Cuando uno hace música, lo hará como considere oportuno y raramente el objetivo será otro que aterrizar en oídos del público. Es decir, el objetivo de la ejecución o composición musical dificilmente se va a quedar en lo solitario. Aunque todo esté generado por un solo músico siempre habrán receptores que participarán de ello.

Masturbación musical, para mí, más bien seria estar, reiteradamente, escuchando solo nuestra propia música (no hablo de hacerlo por trabajo, por ejemplo durante procesos de mezcla o de arreglos, si no por deleite). Algo que, en lo sexual no lo sé, pero en lo artístico probablemente sea algo de lo que no se deba abusar demasiado.

Juan Ramos

Visita también:http://juanramosblog.blogspot.com

(Imagen de cabecera: Estudio de Mike Oldfield en 1982)

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