"Portus Magnus", así llamaban los romanos a uno de los puertos más grandes que existió en el sur de la península. Pero el tiempo no ha tratado bien a la
bahía de Portmán. Junto a la costa de Cartagena, en Murcia, ya no queda nada de este antiguo puerto. Al contrario,
sus aguas parecen haber desaparecido mágicamente tras una montaña de tierra amarillenta e insana. No es un exageración. Donde antes hubo hasta doce metros de profundidad, ahora sólo quedan los restos de tierras y lixiviados procedentes de las minas de la Unión. La playa queda a un kilómetro de donde antes estaba la bahía. Efectivamente, desde el pantalán donde antes atracaban enormes buques mercantes, ahora se puede ir caminando hasta la orilla de la playa. Y la desaparición de este puerto fue historia de una muerte anunciada: en menos de dos décadas, el "Portus Magnus" dejó de ser puerto. Pero su influencia no se remonta al pasado. A día de hoy, la sombra de las minas todavía emponzoña la tierra.
La bahía de Portmán era una localidad portuaria, fundamentalmente pesquera. Muchos de sus habitantes vivían, también, de la extracción minera procedente de las cercanas minas de la Unión. Sin entrar en detalle, la mala gestión,
el delito y la alevosía convirtieron en apenas treinta años un paraje rústico y natural en un auténtico vertedero de residuos. Un enorme emisario (un tubo gigantesco) descargaba los restos mineros, fangos con sulfúrico y metales pesados en el interior del mar. Miles de toneladas eran arrojadas al día. Finalmente, la bahía de Portmán se colmató y desapareció. Pero, además de destruir el medio de vida de los pescadores, el fondo marino y la dinámica oceánica, entre otras cosas, el desastre supuso un problema aún mayor y más fuerte: la contaminación por metales pesados y otras sustancias todavía está presente.
Cuando se observa el puerto colmatado, toda la zona llena por los sedimentos es patente; no sólo por su color, rojo y ocre, sino porque no crece prácticamente nada en su superficie. La cantidad de restos nocivos para cualquier ser vivo es tal que pocas especies pueden soportarlo. El impacto ambiental fue tan fuerte que este terreno es empleado por diversas entidades como campo de estudio para la biorremediación (recuperación de zonas contaminadas mediante plantas y microorganismos). Las universidades como la de Murcia, la de Barcelona o la Complutense llevan a cabo en esta tierra un sinfín de experimentos con la intención de determinar cuán peligrosa es su presencia y como solucionarlo, no sólo por la bahía de Portmán, sino por otros desastres existentes en el mundo.
Un reciente estudio de la Universidad Complutense, sin embargo, ha puesto de manifiesto lo que en sí parece más que obvio: los restos de la bahía de Portmán son peligrosos para la salud. Eso sí, este trabajo ha conseguido identificar y cuantificar los restos de la bahía, señalando de forma concreta cual es el verdadero peligro al que se exponen los habitantes de la zona y la fauna que lo habita. Según el estudio, la bahía de Portmán es actualmente uno de los puntos más contaminantes que existe en la península. La presencia de cadmio, plomo y arsénico está muy por encima de los niveles admitidos como normales. Especialmente este último resulta peligroso por su conocido efecto cancerígeno.
Los metales pesados son agentes muy persistentes y difíciles de tratar. Además, son letales para los seres vivos. Muy pocas especies son capaces de asimilar y "deshacerse" de estos "venenos" sin sufrir daños. Entre ellos algunas plantas y bacterias. Pero volviendo a las tierras contaminantes, tal y como indica el estudio, el problema proviene, en gran medida, de la lluvia.
Cuando llueve, el agua arrastra parte de las sales contaminantes, haciéndolas aflorar de nuevo. Finalmente, estas acumulaciones pueden ser arrastradas hasta el mar u otras fuentes de agua. Como decíamos, los metales pesados son letales, así que su presencia en los afloramientos es materia de extrema preocupación.
En la zona viven más de 20.000 personas. El análisis realizado por la Complutense muestra que los niveles de exposición diaria, especialmente en los niños, son mucho más altos de lo que deberían ser. Aunque es un análisis de riesgos, que muestran el peligro potencial, y no un análisis que muestre una afección directa, los investigadores han dejado claro a las autoridades que deberían ponerse medidas inmediatas para prevenir un problema sanitario muy grave. No obstante, esto es sólo una queja más. Pues las voces que llevan llorando y gritando por el crimen cometido en la bahía de Portmán siguen resonando desde hace muchos años. Y aun así, a pesar del peligro que supone a día de hoy para sus habitantes, del mal ejemplo de gestión y administración, del increíble desastre acaecido, el caso todavía es desconocido para muchísimas personas, incluso, de la propia región.
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