¿Habéis montado a caballo?, yo algo, no tanto como quisiera; pero tengo claro que es el único medio de trasporte cabal, a la medida del hombre.
No he recibido lecciones de equitación, de ahí que sea poco equitativo; pero sí equánime (y de monta sólo dos lecciones, tantas como hijas tengo); pero no cambio al caballo por nada.
Subido a la altura correcta, con la perspectiva más sabia, la caballera, no se puede ser caballero sin subir a un caballo.
Detesto muchas cosas del Rocío; pero cabalgando es otra cosa.
Se que es elitista en esta España en la que los muleros y los bandoleros surcaban las sierras del sur.
El caballo es sensible, nervioso, pero es amigo si haces algo por respetarlo y entenderte con él.
Acabo de ver War Horse de Spieldberg, una bella película, un poco de más de bella y algo sensiblera, que me ha traído al caballo a la mente.
Os dejo unas fotos, de las primeras que hacía a lomos de un caballo, a orillas del Guadalquivir, en el Parque dunar de Matalascañas, cerca de Doñana, enfrente de Chipiona, localidad que hay que recorrer casi doscientos kilómetros para llegar a ella desde la zona de las fotos, para mí, vergonzoso, dicho sea de paso.
No he recibido lecciones de equitación, de ahí que sea poco equitativo; pero sí equánime (y de monta sólo dos lecciones, tantas como hijas tengo); pero no cambio al caballo por nada.
Subido a la altura correcta, con la perspectiva más sabia, la caballera, no se puede ser caballero sin subir a un caballo.
Detesto muchas cosas del Rocío; pero cabalgando es otra cosa.
Se que es elitista en esta España en la que los muleros y los bandoleros surcaban las sierras del sur.
El caballo es sensible, nervioso, pero es amigo si haces algo por respetarlo y entenderte con él.
Acabo de ver War Horse de Spieldberg, una bella película, un poco de más de bella y algo sensiblera, que me ha traído al caballo a la mente.
Os dejo unas fotos, de las primeras que hacía a lomos de un caballo, a orillas del Guadalquivir, en el Parque dunar de Matalascañas, cerca de Doñana, enfrente de Chipiona, localidad que hay que recorrer casi doscientos kilómetros para llegar a ella desde la zona de las fotos, para mí, vergonzoso, dicho sea de paso.