Esto me condiciona.
Pero vayamos al grano. Resulta que hace un tiempo ya (casi dos años), me cambié de trabajo. Hice mi contrato normal y corriente en Agosto, y de repente cuando llega Enero me vienen y me dicen que tengo que firmar otro contrato porque la empresa la cambian de nombre por no sé qué lío legal. Obviamente me huele a chamusquina ¿y mi antigüedad y demás? Pues bien, me dicen los compañeros que la antigüedad te la reconocen, de hecho en las nóminas te sale la antigüedad y que ellos ya lo habían hecho antes. Lógicamente como no quiero quedarme en la calle, pues firmo. No pasó absolutamente nada. Hasta ahí bien.
Cada seis meses desde que entré la empresa viene haciendo esto. Cuando tú trabajas normalmente das por hecho que todo es normal y mucho más cuando todo el mundo actúa normalmente ante algo así. Sin embargo, yo no podía dejar de tener la sensación de que algo chungo pasaba.
Para resumir, porque esto podría llevarme demasiado (han sucedido unas cuantas historias) echan a un compañero y les denuncia porque la empresa le pone que es despido disciplinario y no le quieren pagar su finiquito. Durante la investigación de este amigo sus abogados descubren que mi empresa forma parte de una trama de creación de empresas y demás que va dejando deudas a la Seguridad Social (vamos lo que se podía sospechar pero hasta entonces no se sabía). En ese momento ya empiezo a pensar en cambiarme de trabajo, pero me dije, bueno, como estoy muy a gusto aquí (que es cierto que en condiciones laborales es el mejor trabajo que he tenido con diferencia), pues me voy a formar y ya me cambiaré cuando haya terminado unos cursos (estoy interesado en el mundo del Big Data) que estoy realizando.
La semana pasada, nos envía un correo la jefa diciendo que si nos llega una carta de la Seguridad Social, que no le hagamos caso porque está todo en regla. Lógicamente, yo no me lo creo porque ya sé que están defraudando. Y me dije, ojalá no me llegue la carta, pero llegó. La carta viene de parte de una subinspectora de la Seguridad Social que está realizando una investigación a una de las empresas que abrieron y cerraron para la que yo curré, y dice expresamente que tienen ideas fundadas de que esa empresa sigue ejerciendo actividad actualmente (cosa que es cierta) y se me insta a que les envíe mis contratos, nóminas y demás, amenazándome con que si no lo hago podrían darme de baja el código de cuenta de la seguridad social asociado a la empresa. Vale.
En frío las cosas se dicen muy rápido, cuando te toca a tí es más difícil, sin embargo no tardé más de un rato en tomar la decisión, aunque no hubiese perjuicio, ¿cómo no colaborar? Es gracias a este tipo de personajes que el país está como está, que el mundo va como va. Y aquí viene lo importante, después de hablar con mi abogado y ver cómo afrontar el tema de manera que salga lo mejor parado posible (obviamente si declaro ya no puedo trabajar allí, porque en cuanto se enteren me van a crujir), decidí tantear a mis compañeros a ver qué opinaban: pues bien, la cuestión es que nadie quiere perder su trabajo, es más, han tomado actitud hostil hacia mí por insinuar que yo iba a declarar y que ellos debían hacer lo mismo. Entiendo perfectamente que es una guarrada y que nosotros, los trabajadores, no tenemos la culpa de lo que está pasando, ¿pero de verdad merece la pena por un trabajo sacrificar tu libertad moral?
¿Por unos míseros euros (cobramos bien para cómo están las cosas, pero vamos, no cobramos 3.000 euros al mes) la gente sacrifica su propia honestidad? Antes de que tuviésemos pruebas concretas de ello, todo eran sospechas, pero ahora no hay excusas. Y reflexiono sobre que la gente habla mucho, anda que no se han hartado mis compañeros en los descansos de criticar al PP (yo el primero, ojo), de que si el país va mal por culpa de unos ladrones, que si patatín que si patatán, pero cuando llega un momento tremendamente obvio y propicio para actuar, el pan puede más que la ética. Los que tienen niños lo entiendo, ¿pero los demás? ¿Tan inmoral te vuelve una hipoteca?
En definitiva, nunca dejo de aprender sobre mí y sobre los demás, pero sinceramente, esperaba que el porcentaje de gente honesta fuese mayor que el que hay (de unos diez sólo voy a declarar yo).
COBARDES MORALES.