Yo sí la hice. Me vistieron de marinero, con el mismo traje que antes les habían puesto a mis otros hermanos. Fue un día luminoso y emocionante, iba a recibir el cuerpo de Cristo!, ná menos! En la comida pusieron gambas en gabardina que nunca las había probado y me chiflaron. Por la tarde vinieron a casa amigos, primos y tíos. Jugamos, y me las arreglé para esconderme en un armario con una primita mía que me gustaba mucho, jugando al escondite, notaba su respiración acelerada y su olor a goma de fresa mientras nos buscaban. Por la noche me quedé largo rato contemplando en mi muñeca el reloj que me había regalado mi tío. Pensaba que ya era mayor, que ya no era un niño y que tenía que comportarme.
Hace mucho, mucho, que perdí la fe religiosa (y otras muchas), pero guardo un bonito recuerdo de aquél día. Mañana tengo la comunión de un sobrino y le he comprado un reloj, espero que le guste.
Sueño con el día en que eso pase de verdad...