La nota de los adolescentes españoles está 23 puntos por debajo de los países desarrollados.
Pero eso ya lo sabíamos. Las preguntas sobre cómo se hace esto o aquello son cada vez más sangrantes y evidencian la poca destreza en resolver problemas en general. Claro que mi opinión y mi visión del "problema hispasónico" es una queja habitual de foreros veteranos en cualquier foro del mundo, y tales resultados que se miden entre los/las quinceañeros/as bien podrían arrojarlos pruebas a buena parte de la sociedad, española y extranjera...
Parece que la era de la información, que sobre todo premia no quien más sabe, si no a quien mejor utilice lo que sabe, ha creado una espacio en blanco entre los que no saben mucho (porque ya no hacía falta teniendo un móvil conectado a hispasonic, por ejemplo), y los que no han entendido la premisa de "resolución del problema como paradigma de aprendizaje y crecimiento". Aquí vienen la mayoría a que les resuelvan el problema, y eso es en sí un problema, porque perpetuamos la dinámica de "házmelo" y porque los asistidos serán "asistidos crónicos".
El otro día me subí a un tren que tomo más de 30 veces al año desde Madrid. La insufrible compra por internet en la página de Renfe no evita que yo mismo seleccione el asiento que quiero que se escoge de un dibujito la mar de práctico (es una vista desde arriba del tren completo, sólo hay que hacer click en el que te guste...).
[ Imagen no disponible ]
En la imagen se ve que el vagón 7 son 20 filas. Cuando lleva la dirección Madrid->Destino el asiento 19 está próximo a la cafetería y no tiene mesa ni pasajero delante. Cuando es en sentido contrario Destino->Madrid La numeración va al revés por lo que el billete con asiento 19 corresponde a la segunda fila de la derecha y por tanto a una mesa. Yo evito la mesa por mi altura, siempre. Tres años viajando a razón de 30 viajes de media son 90 viajes realizados con la compra del billete la mayoría de las veces por internet. Me puedo considerar experto...
El caso es que ese otro día, cuando me subo al tren compruebo que el orden ya no es el de barrio Sésamo: primero vagón 1, luego el 2, y así hasta el 8, si no que ha alterado su orden habitual: 1, 2, 3, 4, 8, 7, 6 y 5. Efectivamente mi querido billete 19 ha pasado a ser "de mesa".
Cuando me quejo al revisor y le pregunto que por qué va el tren "al revés que de costumbre", me dice. "El tren no va al revés, si lo compró por internet debería haberse fijado mejor...".
Le dije que había dado con el peor viajero al soltar tal juicio, que he comprado billetes por toda Europa en varios idiomas y que jamás me ha pasado que un cambio de billete no se anuncia, con la pertinente disculpa. Lo del cambio lo ratificó el camarero que presenció la discusión asintiendo lo que yo decía.
En fin, este hombre que podía rondar los 55 años, pensó que el error era mío sin siquiera escucharme o sin comprobar mi objeción. Pensó que, como la gran mayoría de los españoles, mi torpeza había provocado esa situación. Eso o también podía resultar que él mismo era capaz de una torpeza similar que había proyectado.
Al final apelé a su sentido común cuando le pregunté por el orden de los vagones y le pedí que me explicara por qué estaban "desordenados", insistió en que no era así, por lo que al final me decidí por la teoría de la proyección psicológica...
Pero eso ya lo sabíamos. Las preguntas sobre cómo se hace esto o aquello son cada vez más sangrantes y evidencian la poca destreza en resolver problemas en general. Claro que mi opinión y mi visión del "problema hispasónico" es una queja habitual de foreros veteranos en cualquier foro del mundo, y tales resultados que se miden entre los/las quinceañeros/as bien podrían arrojarlos pruebas a buena parte de la sociedad, española y extranjera...
Parece que la era de la información, que sobre todo premia no quien más sabe, si no a quien mejor utilice lo que sabe, ha creado una espacio en blanco entre los que no saben mucho (porque ya no hacía falta teniendo un móvil conectado a hispasonic, por ejemplo), y los que no han entendido la premisa de "resolución del problema como paradigma de aprendizaje y crecimiento". Aquí vienen la mayoría a que les resuelvan el problema, y eso es en sí un problema, porque perpetuamos la dinámica de "házmelo" y porque los asistidos serán "asistidos crónicos".
El otro día me subí a un tren que tomo más de 30 veces al año desde Madrid. La insufrible compra por internet en la página de Renfe no evita que yo mismo seleccione el asiento que quiero que se escoge de un dibujito la mar de práctico (es una vista desde arriba del tren completo, sólo hay que hacer click en el que te guste...).
[ Imagen no disponible ]
En la imagen se ve que el vagón 7 son 20 filas. Cuando lleva la dirección Madrid->Destino el asiento 19 está próximo a la cafetería y no tiene mesa ni pasajero delante. Cuando es en sentido contrario Destino->Madrid La numeración va al revés por lo que el billete con asiento 19 corresponde a la segunda fila de la derecha y por tanto a una mesa. Yo evito la mesa por mi altura, siempre. Tres años viajando a razón de 30 viajes de media son 90 viajes realizados con la compra del billete la mayoría de las veces por internet. Me puedo considerar experto...
El caso es que ese otro día, cuando me subo al tren compruebo que el orden ya no es el de barrio Sésamo: primero vagón 1, luego el 2, y así hasta el 8, si no que ha alterado su orden habitual: 1, 2, 3, 4, 8, 7, 6 y 5. Efectivamente mi querido billete 19 ha pasado a ser "de mesa".
Cuando me quejo al revisor y le pregunto que por qué va el tren "al revés que de costumbre", me dice. "El tren no va al revés, si lo compró por internet debería haberse fijado mejor...".
Le dije que había dado con el peor viajero al soltar tal juicio, que he comprado billetes por toda Europa en varios idiomas y que jamás me ha pasado que un cambio de billete no se anuncia, con la pertinente disculpa. Lo del cambio lo ratificó el camarero que presenció la discusión asintiendo lo que yo decía.
En fin, este hombre que podía rondar los 55 años, pensó que el error era mío sin siquiera escucharme o sin comprobar mi objeción. Pensó que, como la gran mayoría de los españoles, mi torpeza había provocado esa situación. Eso o también podía resultar que él mismo era capaz de una torpeza similar que había proyectado.
Al final apelé a su sentido común cuando le pregunté por el orden de los vagones y le pedí que me explicara por qué estaban "desordenados", insistió en que no era así, por lo que al final me decidí por la teoría de la proyección psicológica...