Esto tiene, como o puede verse, dos coordenadas que lo fomentan: la primera que en las grandes ciudades (que absorben una parte enorme del consumo) acercarse a un sitio donde pueda uno compara puede ser, o un drama para aparcar (restricciones a la circulación caninas que convierten a esos centros urbanos en avisperos hostiles a un ciudadano que encima ha de sentirse culpable por contaminar; eso o comerse un autobús lleno de virus), y a la periferia, el paraíso de grandes superficies, otra aventura. Ciudades a las que acceder o desde las que moverse o en las que vivir es una desventura.
Y la segunda que los chinos tienen una sociedad paralela y ese tópico de que son tratados con otra vara de medir es real, los chinos de aquí, segundas o terceras generaciones; allí es una sociedad fuertemente sujeta a normas de convivencia y mucho más moderna. Se armonizarán los impuestos de sucesión; pero a éstos nada de nada, escandaloso, la verdad.
Solución: no comprarles un chavo.
Lo de las teleoperadoras (que son tías en su mayoría), como las plataformas están ya caninas te arrasan a llamadas perdidas y acabas llamándoles (no vaya a ser algún acreedor URE o juzgado...), empiezan con voz de abuela cariñosa y se lanzan apabullando con un discurso en el que no te dejan contestar o interrumpir, somos encalomalia del grupo de las empresas (¿de las empresas de qué, vieja desdentada?), o llamamos de la compañía de la luz (de qué luz, de la luz de los relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser, tarada?
El mismo discurso que los estafadores que van tangando a pobres viejitos en sus casas haciéndose pasar por revisores de la luz o el gas.
Esto lleva sucediendo desde hace muchos años, ¿qué esperábamos?, que como, tuvo los huevazos de soltar creo que Sánchez nos fuéramos hacer mejores con la pandemia?, mejores vagos, ladrones y estafadores es lo que le sale ser a una sociedad de indoctos, de genealogía desnutrida y de desaliño constante.
O sea, que gestorías catetas han podido sacarse unos años de extras con la ley de protección de datos, el comercio alicortado (y las sanciones produciéndose) y no prohíben que te llame quien sea a ofrecerte servicios financieros?.
Solución: insultar, con eso o te las quitas de encima de un plumazo o se callan su discurso demoledor, en ese punto les sueltas otro peor, que les de ganas de de salir corriendo del cuchitril a molestar a su tía la de Cuenca, desde ¿servicios financieros a mí, señora, que estoy embargado?, a mire, señora, yo entiendo que trabajar en lo que está trabajando usted debe de ser un trago infumable; pero hay que tener tragaderas, no usted, estimada anciana del paro infinito; el cabrón de su jefe para air a molestar a gente que estamos en las colas de Cáritas a ver si conseguimos comida (que habrá casos en que encima, este mensaje par minar su moral sea cierto), encina, te llaman a cualquier jora, te inquietan y es para ofrecerte mierda ya invendible en plan mimado total de la población; defendámonos sin miramientos ni cuitas cristianas, a sangre y fuego...
Que perciban que en la mueva situación dedicarse a ese trabajo de televenta (teleofertas es lo peor en la escala de la indignidad, que es como que le paguen a uno por envenenar curruscos de pan contra los perros sueltos u otras ventas indecentes en la puerta de los colegios.
Mi teléfono es mío, no me lames, vieja mierda, ese debe de ser el mensaje.
En otro momento tocamos el tema de vender por milanuncios: una guitarra flamenca que vendo por 265 o menos y ya he recibido tres intentos de estafa de africanos, uno de ellos enviándome a una url falsa (con todo el aspecto de varadera, un especie de compra segura como la de Mercasonic desde la que ya te crujen...
Eso sí, como no era delito no pude sino comunicarlo como colaboración ciudadana, la url estaba activa ayer; hoy no, algo igual ha hecho la policía.
O en lo que se está convirtiendo Amazon..., tela.
Con la pandemia íbamos a ser mejores; sí, mejores hijosdeputa...