Hoy estuve en Santiago con la jefa porque se nos rompió el calentador del agua y había que compra otro (lo instalaré yo, ya veréis la casa en las noticias de mañana). Como nos dio hambre decidimos cenar allí y casualmente este finde abría un nuevo centro comercial en la ciudad, así que nos acercamos para ver qué franquicias de papeo había (pocas sorpresas esperábamos). Aquello estaba hasta las patas, jamás vi tanta gente en un centro comercial (será por la novedad). En todos y cada uno de los establecimientos de comida había cooooooola para entrar. VAYA CRISIS MÁS RARA.
[ Imagen no disponible ]
[ Imagen no disponible ]
[ Imagen no disponible ]
El centro comercial está diseñado de un modo muy inteligente. Solo hay dos ascensores minúsculos de modo que es casi seguro que te toque subir y bajar por las escaleras, las cuales están colocadas de manera que para subir o bajar los tres pisos te toca patearte todos los pasillos y pasar por todas las tiendas. Si por ejemplo subes de la planta baja al primer piso, después te tocará recorer toda esa planta para llegar a la escalera que conduce al segundo y lo mismo para subir al tercero. Al bajar ocurre lo mismo. Entres o salgas, el paseo no te lo quita nadie. Pensado para vender y vender. Me recuerda al puto Ikea de los huevos, que es un laberinto en el que casi tienes que recorrer todas las secciones para poder irte a casa.
[ Imagen no disponible ]
[ Imagen no disponible ]
[ Imagen no disponible ]
El centro comercial está diseñado de un modo muy inteligente. Solo hay dos ascensores minúsculos de modo que es casi seguro que te toque subir y bajar por las escaleras, las cuales están colocadas de manera que para subir o bajar los tres pisos te toca patearte todos los pasillos y pasar por todas las tiendas. Si por ejemplo subes de la planta baja al primer piso, después te tocará recorer toda esa planta para llegar a la escalera que conduce al segundo y lo mismo para subir al tercero. Al bajar ocurre lo mismo. Entres o salgas, el paseo no te lo quita nadie. Pensado para vender y vender. Me recuerda al puto Ikea de los huevos, que es un laberinto en el que casi tienes que recorrer todas las secciones para poder irte a casa.