¿A qué viene esta nueva chanza con atribuirme a mí lilismo?. Ser lila no es ser marica, por cierto, si es por ahí por donde van los tiros de su interpretación escasa (lo cual tampoco me ofendería); el lila, en el argot cheli, es un pánfilo, un iluminado, un moñas, un cándido: el lilismo al que vengo refiriéndome es a este estado tributario del buenismo que tanto daño ha hecho y que, inecesariamente, sigue haciendo.
Si tanto os preocupase lo que le sucede a D4V, no aprovecharíais las controversias de una situación controvertida y un usuario controvertido para refocilaros con vuestras envidias, porque no se me negará que el usuario es controvertido y frecuentemente hace gala de una indisimulada descalificación hacia cualquier extranjero con trabajo.
Y, al margen de estas puyitas de lilas (ese compartamiento y no el mío que voy de cara, sí que es de lilas), esa actitud, de ambos, de herederos y algún otro más (en grado de corista, simpatizante o instigador), aunque perjudicados por la crisis, no me parece merecedora de ningún elogio, de ninguna simpatía (desde luego no mía).
Y es que al final, lo de siempre: la vida es muy dura; pero más para los que (vale, son unos héroes de la anti-ortografía), no tienen arraigo; entre los que lo tenemos hay distintos sabores, unos no engañamos; otros, teniendo mayor o menor arraigo, juegan al juego de la superioridad moral (tan atufante, pedante y soporífera, además de manida y agotada, que el culteranismo), siempre parapetados tras una falsa identidad, cuando no de un clon de tercera o cuarta generación. Es la diferencia entre ser inadaptado sin recursos y arraigo a serlo con todo ello (y probablemente más).
Lilas no: enfants terribles, los hijos que "mira a ver si hacemos carrera de él", a los que les caen los trabajos que cuenta D4V o Suvur. De estos ociosos, de estos adolescentes de treintaymuchos o más hay en estas lides del musiqueo , el artisteo y el queo, en general.