Dibujando a Rosa S.

(Primero vean la foto, ¿a que es guapa? Bueno, ya pueden empezar)


Me están dibujando poco a poco.
Al principio fui un punto, que se convirtió en una línea que se curvó hacia abajo como si el lápiz se desmayara.
Yo no podía ver a mi dibujante, porque aún no me había pintado los ojos.
A veces, cuando pasaba por mi cuello, me hacía cosquillas con el roce del lápiz.
Yo me sentía orgullosa, porque él me prestaba toda su atención mientras me dibujaba.
Nada le hacía mirar hacia otro lado.
Se olvidaba del tiempo.
Realmente, me sentía muy querida.
Ya tenía unos bonitos cabellos rubios cuando empezó a dibujarme los ojos.
Y yo estaba deseando verle.
Al principio, solo distinguí unos pocos colores apagados que se movían levemente.
Pero a medida que me completaba, su rostro, al igual que el mío, iba surgiendo para el otro de entre las sombras.
Ya casi podía verle.
Un manchón oscuro, que sería su pelo, unos ojos negros, como los míos, algo de barba mal afeitada.
Cuando nos vimos nítidamente, nos avergonzamos de estar compartiendo un momento tan íntimo.
Ese día fue muy largo, pero se nos hizo corto.
Dibujó en mi rostro unos ojos donde se leían mis pensamientos.
Oscureció la raíz de mi pelo para enmarcarme en ellos.
Trazó unas líneas delgadas que eran mis cejas, y apoyó los codos sobre mí con un pincel, aún lo recuerdo como si estuviera sucediendo, para teñir mis ojos de negro y que atraparan las sombras del universo, dejando el resto empañado de luz, como en el nacimiento de una estrella lejana.
Me estaba dibujando amándole, pero él aún no se daba cuenta.
Quiso que sonriera.
Pero él sabía que yo no podía.
Como quería pasar más tiempo conmigo, hizo mi pelo más largo, dejándolo caer mansamente sobre mis hombros, cuidando cada detalle, como si cada uno de mis cabellos estuviera vivo y les hubieran sorprendido dormidos.
Yo le decía con mis ojos todo lo que se me ocurría. Y él me sonreía.
Pasábamos tanto tiempo juntos.
Mientras me dibujaba, notaba que yo le estaba mirando.
Empezó a cuidarse más.
Ya nunca volvió a venir mal afeitado.
Terminó de dibujar mis labios como si fuera a besarlos.
Pero la mujer que había pintado no podía escapar del cuadro.
Yo no existía hasta que él me miraba, y para él, ninguna otra cosa existía cuando estaba conmigo.
La soledad nos había reunido.
El no tiene la menor intención de sujetarme a una pared.
Ni va a abandonarme nunca.
Yo solo deseo que pasemos juntos el resto de nuestros días, que me siga dibujando, que deje que el tiempo se refleje sobre mi rostro igual que en el suyo, que a sus arrugas sume las mías, envejecer juntos, dulcemente, y que continúe acariciándome con su pincel, apoyado sobre su amada, el resto de nuestras vidas.


Música: El Telegrama, de Ismael Berdei
https://www.hispasonic.com/musica/telegrama/65996
Texto: Monster
Inspirado en la fotografía de Rosa Salcedo

Dedicado a Rosa Salcedo por guapa, por simpática y por graciosa.
Y por disfrazarse de monstrua :O)