La noticia dice que Pink Floyd llevó a juicio a la discográfica EMI para evitar que sus canciones se vendan "sueltas" por Internet.
El contrato original con la discográfica, según explica el diario Clarín, prohibía comercializar temas por separado, pero la compañía aduce que eso regía para los soportes físicos. En la era de iTunes y las tiendas de descarga, la consigna es vender cada canción individualmente.
Pero la banda se rehusa, porque consideran que los discos (al menos, los suyos), están pensados como una estructura en la que cada tema es una parte de un todo en el que adquiere su completa dimensión.
Ahora, el Alto Tribunal de Londres tendrá la tarea de analizar "exactamente a qué les compromete el contrato".
Y la pregunta que queda flotando en el aire... ¿se puede pensar una "obra conceptual" en la era de iTunes?
UPDATE: Pink Floyd finalmente ganó la batalla judicial. El juez del Alto Tribunal londinense, Andrew Morritt, aceptó los argumentos de la banda de que el sello estaba obligado por contrato a vender sus discos en la configuración original, y no disgregados, estimando que el objetivo de la cláusula es "preservar la integridad artística de los álbumes".