Aprender a sonorizar en ambientes hostiles
Cuando empecé en el mundo del sonido de directo —hará ya más de 20 años— quería como todos empezar a lo grande: giras, grandes espacios, plazas de toros, estadios de fútbol… Era joven, quería aprender y hacerlo ya. Todavía bajo la era de lo analógico, era un trabajo donde la fuerza bruta se mezclaba, nunca mejor dicho, con decenas de cables, insertos, envíos, retornos, racks de dinámica, de procesados, etc. No sabíamos lo que era volar una PA y todavía entonces valorabas una caja acústica por su peso, no por sus prestaciones: 120 kg de caja Meyer, 6 por lado, más sus subs… ese era el objetivo ‘grande’.
Pero ya por entonces, los que se conviertieron en mis verdaderos maestros me decían que tranquilo, que poco a poco, que la diferencia entre un concierto grande (esos que apenas hacíamos) y uno pequeño (los que más) era simplemente una razón de unidades. Pero que donde más se aprendía era sin duda en los pequeños, donde las exigencias eran mucho menores, las posibilidades de error mucho mayores y, en definitivas cuentas, se permitía convertir un concierto en un campo de batalla perfecto para aprender, probar, corregir y mejorar. Tenían razón.
Sin duda alguna el objetivo de casi cualquier técnico de sonido es estar detrás de una consola y sonorizar una banda que arrastre miles de personas. Pero antes, aún incluso después de cuatro, cinco o seis años de estudios (a veces innecesarios), el único camino para aprender es trabajando.
Reivindico desde estas páginas los pequeños trabajos, aquellos que nunca figurarían en un currículum vitae pero que son necesarios para aprender de verdad. Incluso tras 20 años de profesión sigo aprendiendo mediante el método del error y eso me hace un poquito mejor día a día. Estimado lector, si tu trabajo es el sonido de directo, presta atención especial a los pequeños conciertos (bolos en nuestro argot), que es donde estarás prácticamente solo y podrás realmente aprender lo que estás haciendo. Utiliza esas bandas que te toca sonorizar para probar la compresión paralela, para jugar con los efectos, para mejorar la posición de los micrófonos. Para entender el problema de la fase, del porqué jugar con diferentes patrones en según qué micrófonos, la ventaja que supone aplicar un casi despreciable retardo entre una DI y el micrófono en el ampli de bajo. Aprende a sonorizar un grupo en una sala pequeña con apenas un puñado de micros y, el día después, a repetir el trabajo pero a lo bestia: el mayor número de micros y procesados diferentes. Eso sí, intenta no joder (demasiado) la banda que sonorices.
Juega. Investiga. Crece. Todos y cada uno de los trabajos que hagas, por menospreciables que parezcan, son el momento adecuado para aprender y trastear. Llegará un día, si tienes suerte y dedicación, que no podrás hacerlo. Que todo estará milimétricamente preparado. Un día en que tendrás delante de ti miles de personas que esperan corear todas y cada una de las canciones de la banda que sonorizas, y en ese momento no podrás improvisar nada, tendrás que tenerlo todo perfectamente preparado, estudiado. Deberás demostrar que eres un profesional de verdad, tendrás bajo tu mando decenas de personas (algunas incluso ni las conocerás) que esperaran de ti lo mejor para dar lo mejor de ellos. Pero también que te exigirán un montón. Será tu responsabilidad. Y es tu responsabilidad que eso suene bien, por imposible que parezca. Será tu responsabilidad que el público disfrute y que, poco a poco, entienda que esa banda suena y suena muy bien. No como ahora, que todo puede sonar mal y nadie se queja. Quizá, si todo suena mal, es que no hemos hecho bien las cosas. Pues volvamos a empezar.
Con más de 20 años de experiencia en los escenarios, es técnico de sonido especializado en FOH. Trabaja para bandas nacionales e internacionales como técnico de mesa, y es productor técnico para diferentes festivales y grandes eventos. Kinosonik es su estudio de sonido basado en plataforma digital. Le gusta compartir y le encanta aprender.