Memorizar requiere acceder a una imagen mental de aquello que queremos recordar y que, de algún modo, está registrado en la memoria.
No accedemos a la realidad física de aquello que recordamos (si es que tiene una realidad física) sino a una codificación intelectual (mental) del objeto memorizado. La codificación no refleja la totalidad del objeto sino solo aquello que es relevante según nuestro interés. El resto se ignora. Así no se consume memoria ni energía en detalles irrelevantes.
En el caso del sonido, pretendemos codificar todo aquello que es relevante desde el punto de vista musical con el fin de establecer categorías conceptuales a las que podamos recurrir para registrarlo.
Utilizamos el sonido en otras aplicaciones que no son musicales, como el habla, por ejemplo. Nos resulta fácil recordar objetos producidos en el ámbito del habla. Por ejemplo, podemos memorizar la frase "Paca va a casa" porque todos los elementos relevantes desde el punto de vista del habla están categorizados y son fácilmente accesibles, analizables y reproducibles (sean los que fueren esos elementos).
En el caso del sonido como vehículo musical la memorización es tan simple como la del habla, dependiendo de la complejidad del objeto. Una frase corta se memoriza más fácilmente que un poema, y un poema es más fácil que una novela de cuatrocientas página.
Lo que tiene de especial el sonido como vehículo musical respecto al sonido como vehículo del habla es que la codificación es distinta. No es más fácil ni más difícil. El reconocimiento del habla requiere un análisis acústico muy sofisticado.
La memorización del sonido musical requiere establecer las categorías conceptuales acústicas que permitan su registro, análisis y reproducción. Creo que éste es el núcleo de tu cuestión. El objetivo establecer estas categorías conceptuales que codifiquen todos los aspectos relevantes del sonido desde el punto de vista musical, de modo que podamos recordarlo, analizarlo y reproducirlo internamente.
Hay que tener en cuenta que cualquier registro en memoria se disipa progresivamente, por lo que es preciso reforzarlo periódicamente.
Para alcanzar el objetivo, la mejor forma que conozco es la realización de ejercicios. Los ejercicios deben estar ordenados según su dificultad y han de ser verificables, esto es, se debe comprobar objetivamente que se han superado las dificultades de cada ejercicio.
En mi opinión, la colección de ejercicios se la debe diseñar cada uno en función de sus gustos, capacidad e intereses; pero básicamente consisten en tomar una muestra (inicialmente muy simple y breve), escucharla con atención, y reproducirla mentalmente (sin cantar ni instrumento, esto es un ejercicio mental). Es necesario refrescar las muestras. Con la práctica, se puede intentar con muestras más largas, más complejas y recordarlas durante intervalos más largos. La conceptualización del sonido permite realizar procesamientos mentales como, por ejemplo, reproducir una secuencia al revés. Se puede trabajar con la representación espectral de los editores de sonido, etc. Se le puede echar imaginación.