Independientemente del nivel, tener la música en la vida de uno siempre es una maravilla.
Yo también estudie (parte) de la carrera de piano, desde el principio vi que no iba para concertista, tampoco me interesaba meterme en el mundo académico, y al final la vida me ha llevado por otros derroteros, aunque esos derroteros profesionales también me han dado y me dan satisfacciones. Nunca he tenido rencor ni amargura por ello. Siempre durante estos años he seguido tocando, empecé en tiempos de los trackers con la informática musical, de ahí al reason, de ahí a cubase y a aprender a hacer música orquestal, he tocado en diferentes grupos de manera semiprofesional, sobre todo jazz...
A todo el mundo que conozco y quiere escuchar siempre se lo digo, haber estudiado un instrumento (o prácticamente cualquier carrera o formación artística, les pasa a muchos bailarines que no han llegado a trabajar profesionalmente en una compañía de ballet, por ejemplo) te da una disciplina en la concentración, en el esfuerzo para conseguir un resultado, en la satisfacción por el trabajo bien hecho, que te va a venir bien en cualquier faceta de la vida. Y por encima de eso, tener música a cualquier nivel en la vida te da satisfacciones que quien no es músico no conoce ni puede conocer.
Dicho esto, los debates sobre la música profesional y amateur (o profesional con estudios vs. autodidactas) son un tanto espurios, si me permitís. Desde hace muchos años, la música (aunque no solo la música, la verdad), ha tenido dos vertientes: la vertiente artística y la vertiente comercial. Hay música que está hecha con el aspecto comercial en mente, y en ello puede ser excelsa (inserte aquí el nombre de su grupo de pop o rock favorito), y hay una parte de la música que busca como meta principal ser arte. En algunos casos, muy pocos, ambos campos se puede entremezclar, pero intentar juzgar una música hecha para una cosa con los criterios de otra no funciona, simplemente. Es como comparar los carteles que anuncian las películas con un Picasso, o, como decía Nadia Boulanger (que dio clases a gente tan diversa como Piazzolla o Aaron Copland) es comparar un paseo por la colina de Montmartre con los Himalayas - el primero puede disfrutarse una barbaridad, pero el asombro y la impresión que causan los segundos no es comparable en absoluto.
nota: he adaptado el comentario de Boulanger, ella hacía esa comparación cuando le preguntaban por la música de Max Reger o de Beethoven, y además del ejemplo de Montmartre y los Himalayas también decía que ella no pensaba en la música de Max Reger casi nunca, y sin embargo pensaba en la música de beethoven casi todos los días.
Siempre en debates menos agradables que este se mezclan las dos vertientes, incluso dentro de géneros limítrofes como el jazz o las BSOs, y eso es lo que lleva a muchas discusiones estériles que suelen devenir en malos rollos. El objetivo de las canciones de Taylor Swift no es hacer una obra de arte, es hacer dinero con una canción. El objetivo de cualquier compositor de bandas sonoras no es hacer una obra de arte, es que la música encaje con las imágenes y hacer dinero en su carrera profesional. Intelectualmente no es justo intentar comparar música hecha con un objetivo específico con los estándares de música hecha con otro objetivo diferente. Hasta que llegó el siglo XX esta distinción no existía, pero sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, esta dicotomía ha estado presente siempre.
Y como decía, hay casos y casos, en los que estas dos vertientes se entremezclan (¿el jazz, el flamenco, las BSOs, cierto pop rock?), pero son muy minoritarios, tanto a la hora de componer como a la hora de tocar. He conocido músicos "amateur" (sin formación) que eran unos cracks y he conocido músicos de conservatorio que eran unos zotes. Ahora bien, los buenos músicos de conservatorio no son comparables con los músicos amateurs para hacer aquello que están formados para hacer y viceversa. Un productor de reggaeton tiene unas habilidades para una cosa y un músico de formación profesional tiene otras. Ni se le puede pedir al productor que haga una sinfonía, ni se le puede pedir a un intérprete de formación clásica que sepa de compresores. Eso sí, la formación reglada te da una base que te permitirá adaptarte a cualquier otra situación musical mucho más fácilmente que al contrario. Creo que un músico de pop no podrá jamás pasarse al mundo clásico, pero un músico del mundo clásico, con una pequeña adaptación, podrá adaptarse casi a lo que sea, simplemente porque técnicamente con su instrumento está en mejores condiciones que los demás. Y eso no es ni bueno ni malo ni tiene porque resultar ofensivo para nadie.
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